Si hace una semana conocíamos los pormenores de la fundación de la Real Audiencia y los grandes fastos de su inauguración a finales del siglo XVIII, hoy seguimos entre los muros del edificio donde se impartía la justicia extremeña en el Antiguo Régimen, pero esta vez para asomarnos a su rostro más sombrío. Tras el imponente escudo borbónico coronado por el león, y bajo los salones ornados donde se dictaban sentencias en nombre del rey, aguardaban los sótanos convertidos en prisión, donde no pocos ciudadanos esperaban un destino que los llevaría a la horca.