Durante millones de años, la biología humana se adaptó a un mundo salvaje, impredecible y lleno de amenazas físicas. Hoy vivimos rodeados de pantallas, tráfico y notificaciones, pero seguimos reaccionando como si hubiera un león escondido detrás de cada esquina. Un nuevo estudio lo confirma con crudeza: la evolución no está avanzando al mismo ritmo que la vida moderna, y ese desfase ya está pasando factura.