Discuto con Altube, viejo amigo de resacas y banderías, sobre la gentrificación del Casco Viejo. Él, que lleva toda la vida viviendo en la Curia, dice que no es para tanto. –Mira Donosti– me dice. –No empecemos– le digo. Luego reconozco que ese comparativo y esquivo “mira Donosti” funciona como un mantra exculpatorio en boca de políticos y técnicos de la industria turística de esta ciudad. Porque la “Marca Pamplona” pareciera una patente inocua y ajena a los efectos gentrificadores sobre el Casco Viejo.