Carlos tenía 57 años la mañana del domingo en que ingresó por última vez al Hospital Oncológico Miguel Ángel Roffo. Sus últimos tres días fueron el corolario de una década fallida esperando justicia. La fábrica de baterías donde trabajó por última vez —Willard— presentó fuera de plazo un recurso para apelar ante la Corte Suprema de Justicia y ganar tiempo. Esta vez, la maniobra no prosperó y la Cámara Nacional del Trabajo dejó firme la sentencia. La justicia entendió que el tiempo de las dilaciones había llegado a su fin.