Hoy por hoy: Controles patrimoniales que llegan tarde

El enriquecimiento injustificado volvió al centro del debate público no por una sentencia, sino por investigaciones en curso que alcanzan a exfuncionarios de distintos niveles. La coincidencia no prueba culpabilidades, pero sí revela una falla persistente en los controles del Estado. La figura existe desde 1999 y cumple una función clara: permitir que las autoridades examinen patrimonios que crecen sin explicación razonable. El problema es que suele activarse tarde, cuando ya hay cuentas congeladas y procesos abiertos, y no como un mecanismo preventivo. La declaración jurada de bienes, pilar de este sistema, permanece cerrada al escrutinio ciudadano y depende casi por completo de la voluntad institucional para ser revisada. Así, el control patrimonial se vuelve formal, no efectivo. A ello se suma la rigidez del modelo actual, que condiciona la actuación penal a auditorías previas. Esa dependencia concentra poder y retrasa respuestas. Respetar la presunción de inocencia es irrenunciable. Pero también lo es preguntarse si el Estado está vigilando a tiempo.