El PP da carpetazo a las denuncias internas por acoso y abuso sexual sin llevar el caso a la Fiscalía

Denunciaron amenazas, acoso, humillaciones, espionaje interno y propuestas de favores sexuales. Grabaron sus testimonios, acudieron al Comité de Derechos y Garantías del PP de Madrid y esperaron una respuesta. Sin embargo, tal y como ha podido saber ElPlural.com, la respuesta no ha podido ser más dura para los denunciantes: el archivo del caso. Génova ha decidió cerrar el expediente internamente y no lo ha trasladado a la Fiscalía, pese a la gravedad y reiteración de los hechos relatados. Así lo sostienen hasta nueve militantes y exmilitantes de Nuevas Generaciones y del propio Partido Popular madrileño que han hablado con ElPlural.com. Todos ellos coinciden en un diagnóstico común: durante años se vivió un ambiente tóxico, de miedo y de abuso de poder dentro de determinadas estructuras del partido, especialmente en el ámbito juvenil, sin que las denuncias internas hayan tenido consecuencias reales. Los testimonios describen un ecosistema marcado por el ansia de control y la lucha interna por el poder orgánico. En ese contexto, según relatan, se normalizaron prácticas de intimidación, bullying sistemático, comentarios xenófobos y homófobos, trato denigrante hacia las mujeres y una instrumentalización de los militantes jóvenes como simples herramientas al servicio de intereses personales y políticos. "Aquí se estaba por intereses económicos y personales", resume uno de los denunciantes. Discriminación, machismo y homofobia normalizadas Varios de los relatos apuntan directamente a episodios de violencia e intimidación física. Militantes aseguran haber presenciado cómo cargos de responsabilidad agarraban del rostro a compañeros para impedir dimisiones o imponer disciplina interna. "Aquí no dimite ni Dios", habría sido una frase recurrente en esos episodios. Otros describen amenazas directas y un clima de miedo que disuadía a muchos de enfrentarse a determinados dirigentes. El acoso psicológico aparece como una constante. Cambios bruscos de trato, aislamiento deliberado, burlas públicas por la vestimenta o la orientación sexual y una presión continuada que, en algunos casos, derivó en cuadros de ansiedad severa. Hay testimonios de jóvenes militantes que necesitaron medicación psiquiátrica, antidepresivos y tranquilizantes, e incluso ingresos hospitalarios por crisis de pánico. Algunos de ellos apenas habían cumplido los 18 años. Uno de los elementos más graves de las denuncias es la presunta utilización del espionaje interno como herramienta de control. Varios exmilitantes relatan seguimientos informales, elaboración de informes sobre compañeros considerados "amenazas" y un interés constante por la vida personal de los afiliados. Según explican, se trataba de vigilar movimientos, relaciones y lealtades para "poner la cruz" a quienes no encajaban en el proyecto de determinados dirigentes. En ese marco, varios testimonios describen propuestas explícitas para utilizar favores sexuales como método para obtener información o influir en otros cargos. Algunos denunciantes aseguran haber recibido insinuaciones para mantener relaciones sexuales con personas vinculadas a consejerías o estructuras del partido con el objetivo de conseguir datos o favores políticos. Otros relatan presiones para "aprovechar" su atractivo o su tirón social dentro del partido como moneda de cambio. "Todo valía", resume uno de ellos. Las mujeres, según los relatos, eran especialmente vulnerables en ese entorno. Comentarios machistas habituales...