Los sistemas sanitarios europeos atraviesan un momento de enorme presión. El envejecimiento de la población, el aumento de enfermedades crónicas y los efectos del cambio climático están disparando los costes sanitarios. A ello se suman la escasez de profesionales, la elevada demanda de servicios médicos y los retrasos asistenciales agravados tras la pandemia de covid-19. En este contexto, muchos países han recurrido a la externalización de servicios como una posible solución para ganar eficiencia, aunque este enfoque sigue siendo objeto de un intenso debate.