La República Dominicana cierra el año con indicadores que, sobre el papel, lucen razonablemente bien. Crecimiento económico sostenido, estabilidad macroeconómica, reconocimiento internacional y una institucionalidad que, al menos en apariencia, sigue operando sin sobresaltos. Sin embargo, hay algo que no cuadra: el malestar persiste. No hay estallido social, pero hay desconfianza. No hay crisis abierta, […]