Ahora que se acercan fechas marianas, más allá de mayo, merece la pena reseñar La Piedad de Miguel Ángel, escultura de obligada visita cuando se va a Roma. El antiguo agnóstico que habita en mi, ocupado poco a poco por la creencia, piensa que tal perfección poética solo puede estar inspirada por algo superior a la carne mortal. Escupida hacia 1498/1499 la obra representa como ninguna, es la cumbre de la escultura se mire como se mire, la armonía entre forma y espíritu. El artista talla a María acogiendo en sus brazos a Cristo muerto con una calma que trasciende el naturalismo físico. La tristeza de María no se expresa mediante un gesto dramático, sino a través de una tranquilidad... Ver Más