La ermita más entrañable del mundo está en Andalucía: se construyó al terminar la Guerra Civil y es perfecta para visitar en invierno

En la entrada del pueblo de Abrucena, en el oeste de la provincia de Almería, se encuentra la Ermita de las Ánimas Benditas . Se trata de un pequeño edificio vinculado a la tradición religiosa local y al culto a las ánimas del Purgatorio, una devoción muy arraigada en distintos puntos de la geografía andaluza. La ermita fue construida en 1939 , al término de la Guerra Civil. Responde a un tipo de edificación sencillo, de planta rectangular, levantada en mampostería enlucida, de una sola altura y cubierta de teja árabe a dos aguas. En la parte superior se alza una cruz de forja. El interior está presidido por un altar con flores, cuadros dedicados a las ánimas y un lienzo ante el que los vecinos realizan promesas y peticiones. El origen del culto a las ánimas se remonta al Concilio de Trento, cuando la Iglesia estableció la existencia del Purgatorio como lugar de tránsito para las almas que no accedían ni al cielo ni al infierno. Según la doctrina, esas almas podían aliviar su pena a través de las oraciones de los fieles. A partir de ese momento, esta devoción se extendió por numerosos territorios y llegó también a esta localidad almeriense. Una de las prácticas más habituales en la ermita es el encendido de las velas conocidas como 'mariposas', que, según la tradición popular, sirven para alumbrar a las almas del Purgatorio. Es habitual que los visitantes acudan a dejar una vela como gesto de recuerdo o de petición. La Ermita de las Ánimas se sitúa en uno de los accesos al núcleo urbano, lo que le confiere un carácter protagonista a la entrada del pueblo. A pesar de su tamaño, sigue siendo un punto de paso habitual y un lugar de oración para los habitantes de Abrucena. Abrucena es un municipio con algo menos de 1.300 habitantes, situado a los pies de Sierra Nevada, en un corredor natural que comunica la provincia de Almería con el Marquesado de Zenete, en Granada. Forma parte del entorno del Parque Natural de Sierra Nevada , un espacio protegido de alto valor ambiental. El trazado urbano conserva rasgos propios de los pueblos de origen morisco , con calles estrechas y sinuosas y viviendas encaladas dispuestas en terrazas. El casco histórico mantiene una estructura irregular, adaptada a la pendiente del terreno. La localidad tiene un pasado marcado por su situación estratégica. En 1489 pasó a manos de los Reyes Católicos , junto a otras poblaciones cercanas. Antes de ese momento, el territorio había sido ocupado por diferentes culturas, desde los primeros asentamientos neolíticos hasta la dominación musulmana. En el paraje de El Castillejo se conservan restos de antiguas fortificaciones y materiales cerámicos. Durante los siglos XII y XIII, Abrucena formó parte de una franja fronteriza entre las coras de Peyyna y Elvira . Su posición en la vía de comunicación entre Almería y Granada le dio un papel relevante como punto de paso . Tras la incorporación al Reino de Castilla, se produjeron conflictos entre la población morisca y los nuevos colonos, que se prolongaron durante décadas. En el centro del municipio se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación , de origen mudéjar, construida entre los siglos XVI y XVII sobre una antigua mezquita. Tras un incendio, el edificio fue reconstruido en 1828. Cuenta con una sola nave, capillas laterales y una torre con campanario de época posterior. El patrimonio e completa con la Ermita de San José y un molino del siglo XVI situado en la calle del Agua, considerado el único de la provincia que permanece en funcionamiento. A partir del siglo XVIII, la economía local estuvo vinculada al aprovechamiento forestal. La madera procedente de los bosques de la zona se destinaba, entre otros usos, a las atarazanas de Sevilla y Almería. En la actualidad, el municipio ha orientado parte de su actividad al turismo rural. Entre los espacios para visitar del entorno se encuentran el área recreativa de La Roza , con zonas de acampada, barbacoas y senderos; el mirador de la Jairola, con vistas a Sierra Nevada; el Aula de Naturaleza Paredes , dedicada a la educación ambiental; y el mirador de Haza Ribera, integrado en la ruta cicloturística Transnevada.