Durante años, la expansión de la energía solar ha chocado con un límite muy concreto: la tierra cultivable. Instalar paneles fotovoltaicos a gran escala implica ocupar superficies agrícolas clave, algo especialmente sensible en países como España, donde el campo es un recurso estratégico. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Jaén ha dado con una solución que podría cambiar por completo las reglas del juego.