Los 30 años del debut de Enrique Iglesias en la musica: de los celos profesionales de su padre Julio a su lujosa vida actual

Este otoño se cumplen nada más y nada menos que 30 años del debut de Enrique Iglesias en la industria musical. Su primer disco, que lleva su nombre por título, fue preparado con sigilo durante años en Miami, la ciudad a la que sus padres, Julio Iglesias e Isabel Preysler , decidieron enviarlo cuando tenía siete años para alejarlo de España después de que su abuelo, el doctor Iglesias Puga, fuera secuestrado durante días por la banda terrorista ETA. «Tuve que dejar a mi madre en España», confesó una vez el madrileño. « Nos llevaron a Miami a vivir con mi padre . Decíamos que fuimos para aprender inglés, pero era mentira [...]. «Fue muy duro. Los dos primeros meses no dejé ni un día de llorar. Mi padre siempre estaba viajando». Cuentan que fue entonces cuando empezó a fantasear con convertirse en cantante. Y que mientras estaba en la Universidad de Miami comenzó su doble vida: por las mañanas seguía sus estudios de Administración de Empresas y por las noches cultivaba su pasión secreta. En la mansión de Miami solo una persona conocía sus inclinaciones musicales: la institutriz de la familia, Elvira Olivares, La Seño , que además de criarlo, guardó su secreto y le dio los 500 dólares que necesitaba para grabar una primera maqueta sin ayuda de su progenitor. Por lo visto, Enrique envió la cinta a Fonovisa, discográfica entonces perteneciente a Televisa, con el nombre de Enrique Martínez, ocultando así que era hijo de Julio, incluso se inventó que era guatemalteco, y el directivo de turno, viendo potencial, le firmó un contrato. A su Seño dedicó el cantante su primer álbum, donde no se menciona a sus famosos padres. Es más, en esos primeros años le repateaba ser presentado como 'el hijo de Julio Iglesias' y hasta dijeron que llegó a rechazar una propuesta de Julio para cantar juntos. Quizás era inevitable que empezaran a circular rumores de que Julio Iglesias tenía terribles celos por la irresistible ascensión de su hijo Enrique, que se convirtió en un ídolo entre las adolescentes sin ofrecer un concierto , batió récords de entrevistas en radio y televisión, y vendió más de cinco millones de copias en el mundo de aquel primer trabajo (solo entre México y Estados Unidos despachó dos millones de copias, una cifra superior a lo que había vendido Julio en todo el mundo con su último disco), donde se incluyen las célebres baladas Experiencia religiosa y Si tú te vas. Según algunos biógrafos del intérprete de Gwendolyne, el cantante vivo que más discos ha vendido en la historia de la música junto a Madonna y Elton John, y el primer artista no anglosajón que consiguió triunfar a lo grande en los Estados Unidos, a Julio no le sentó nada bien que su hijo iniciara su carrera artística sin avisarle. « Su hijo se lanzó al mundo de la canción sin pedirle consejo y sin aprovecharse de los numerosos contactos que tenía en la industria, cosa que hirió su ego », comenta a nuestro periódico Hans Laguna, autor del libro Hey! Julio Iglesias y la conquista de América. «Además, los dos eran muy competitivos. Enrique quería superar el impacto que había tenido su padre como cantante y a Julio, por su parte, no le hizo gracia que su hijo fuera tan exitoso cuando él mismo empezaba a perder vigencia». Al principio, como apunta Ignacio Peyró en su libro El español que enamoró al mundo, Julio se mostró «escéptico» con las posibilidades de triunfar de su hijo («Enrique le envió el disco a su padre y este dijo que era una porquería, que no iba a llegar a nada», contó al respecto alguien de su entorno). Hasta le llegó a recordar «que vendía discos por llevar el apellido que llevaba» . Sobre esto, Enrique ha reconocido que la relación con su padre nunca fue fácil. «A los 18 años me separé de mi familia por completo», confesó a la revista Icon. «Y fue difícil. Me fui [a vivir a Canadá] y durante diez años no tuve absolutamente ningún contacto con mi padre. No empecé a tener contacto con él hasta que falleció mi abuelo [2005, cuando Enrique Iglesias ya tenía 30]. Son muchos años. Sufrí mucho. Pero lo que sentía por mi música me daba fuerza. Y, sobre todo, perseguía el objetivo de hacerlo a mi manera». Es de dominio público que, cuando Enrique era un pipiolo, su padre vivía totalmente consagrado a su deseo de triunfar en todo el planeta, y también a sus asuntos amorosos. El propio Julio ha reconocido que su intensa agenda de compromisos profesionales, y también amorosos, era incompatible con sus obligaciones como padre. «Alfredo Fraile, su mánager, contó que Chabeli se quejaba de que las únicas veces que Julio se reunía con ella y sus hermanos eran las sesiones de fotos para la revista '¡Hola!'», apunta Laguna. «Pero el tiempo le ha dado a Julio una segunda oportunidad de ser un buen padre. Al parecer, ha podido quitarse la espina con los hijos que ha tenido con Miranda [Rijnsburger], su segunda esposa, una vez que su ambición como artista ha declinado y sus hazañas como donjuán también». Bastante distinta a la de su padre ha sido la vida de Enrique. Él también atesora numerosos hits (incluidos dos números uno en la lista de ventas de Estados Unidos), se ha embarcado en varias giras multitudinarias y ha obtenido los premios más prestigiosos (ya en el 97 ganó un Grammy al mejor artista de pop latino). Claro que en España no faltaron nunca las burlas a su forma de cantar ni las críticas por el hecho de ser hijo de quien es . «¿Que he tenido oportunidades que quizá no hayan tenido otros artistas? Por supuesto. Pero hasta cierto punto, que la gente diga que yo lo he conseguido todo por mi padre me parece de ignorantes. Es imposible triunfar en este negocio si no tienes canciones que conectan con el público. Es imposible que alguien triunfe porque su padre diga: 'Quiero que mi hijo sea un cantante famoso», se quejó él una vez. Ahora, a sus 50 años recién cumplidos, se puede permitir llevar una vida apacible en Miami, donde reside en una mansión de de 1.800 metros cuadrados con la extenista Anna Kournikova, su pareja desde 2001, madre de sus tres hijos (en agosto se publicó que esperaban el cuarto), a la que conoció durante el rodaje del videoclip de Escape. A finales de 2023 vendió todo su catálogo musical y se embarcó en una lucrativa gira por Estados Unidos y Canadá junto a Pitbull y Ricky Martin , y el pasado año salió Final (vol. 2), que según él sería su último trabajo. Mucho menos sabemos sobre su vida personal y la relación que mantiene actualmente con su familia, puesto que es muy celoso de su vida privada y rara vez comenta nada de lo suyo. Claro que nadie pasó por alto que Enrique no acudió a las bodas de sus hermanas Ana Boyer y Tamara Falcó. Ni tampoco que su padre Julio, que lleva un tiempo retirado de los escenarios y de la vida pública, todavía no ha ido a un concierto de su hijo, con el que, al menos hasta hace un tiempo, se veía poco y solo hablaba de vez en cuando. Pese a todo, el tiempo ayuda a sanar las heridas emocionales y Enrique dijo en una de sus últimas entrevistas con un medio español que Julio y él se tienen un respeto mutuo, «más ahora que hace 25 años. Es mi padre y lo quiero con toda mi alma . Lo respeto y lo admiro y hasta en parte entiendo las cosas que ha hecho en su carrera y en su vida personal».