Entraba en el salón principal del Palacio del Pardo guiando primorosamente los pasos de Teresa Rodríguez Sanchez-Briñas, sus andares temblorosos parecían más sólidos porque los llevaba su mano firme que la atendía con el cuidado y el mimo de hijo a madre; ella, una empresaria, una mujer de las que marcan los tiempos, se aprestaba a recibir el premio Reino de España a la trayectoria empresarial; el señor que la ayudaba era Felipe VI, Rey de todos los españoles.