El agua que se va por nuestros váteres se transforma en el ‘oro verde’ que blinda a Sevilla contra la sequía

Sevilla ha decidido cambiar la ecuación del consumo de recursos y la producción de residuos en las grandes ciudades. En el programa 'Herrera en Cope Más Sevilla', expertos de EMASESA y del Ayuntamiento de Sevilla han detallado la transformación del ciclo del agua para dejar de producir basura y empezar a producir vida. La capital andaluza se ha posicionado como un referente en economía circular, biofactorías y sostenibilidad, desarrollando un nuevo paradigma en la gestión del agua urbana que mira hacia el futuro. La empresa municipal de aguas, EMASESA, es conocida por la calidad de su agua potable, pero su labor va mucho más allá. Según ha explicado Paco Pepe Juan, director de Sostenibilidad e Innovación, el reto es alcanzar la neutralidad energética en las depuradoras. Esto se logra convirtiendo las estaciones depuradoras (EDAR) en biofactorías urbanas. "En una depuradora, pues, el reto es ser neutro energéticamente, producirnos la energía que consume ese centro productivo, y por otro lado, que esos desechos no los llevemos a vertedero, sino que tengan una segunda aplicación", ha señalado. Estas biofactorías no solo limpian el agua, sino que generan su propia energía mediante un proceso de biodigestión de los lodos que produce biogás. Gracias a esta tecnología, EMASESA se ha convertido en uno de los principales productores de biogás a nivel andaluz. La energía generada es "equivalente a una ciudad como Mairena del Alcor", ha afirmado Paco Pepe Juan, lo que subraya la magnitud del proyecto. Lo que tradicionalmente era un desecho, los lodos de las depuradoras, hoy es un recurso estratégico. Benigno López, jefe de la División de Medio Ambiente de EMASESA, ha descrito el proceso como la creación de un "estiércol humano" que, combinado con restos de poda, se convierte en un compost rico en materia orgánica. Este producto se destina a los campos de agricultura que rodean Sevilla, cerrando así el ciclo del carbono. "Es un cierre circular del ciclo del carbono, literalmente", ha comentado López. La planta de compostaje del Copero es la "joya de la corona ambiental" de este sistema, con una producción anual de 70.000 toneladas de compost. Este volumen, que antes iba a vertedero, ahora vuelve al campo para enriquecer el suelo y, eventualmente, contribuir a la producción de alimentos. El impacto es enorme, no solo ambiental sino también económico, al desacoplar de la cuenta de gastos unos 2,5 millones de euros en energía." Aunque la mayoría de los más de 11 millones de metros cuadrados de zonas verdes de Sevilla ya se riegan con agua no potable procedente de niveles freáticos, estos también se ven afectados en períodos de sequía. El agua regenerada, en cambio, ofrece un suministro constante. El proyecto piloto en el Parque Guadaira permitirá no solo ampliar las zonas de riego dentro del mismo, sino también llevar este recurso en el futuro a otras áreas como Bermejales Sur y el Paseo de Europa. Sin embargo, la implementación de esta red se enfrenta a retos técnicos y burocráticos. Paco Pepe Juan ha explicado que, aunque la tecnología ya existe, la legislación sobre el uso de agua regenerada es reciente y los permisos tardan en llegar. Además, es necesario crear una infraestructura completamente nueva, con tuberías de un distintivo color morado para diferenciarla de las conducciones de agua potable, lo que supone una inversión importante en "tiempo y dinero". La gestión de la sequía es una prioridad, y como ha apuntado Benigno López, "la sequía se gestiona cuando hay agua, no cuando no hay agua, y eso precisamente es lo que estamos haciendo ahora". De cara a 2030, los objetivos son ambiciosos: multiplicar por diez la producción de agua regenerada, adaptarse a los nuevos regímenes de lluvias torrenciales y seguir reduciendo el consumo mediante herramientas como la telelectura, que permite a los ciudadanos monitorizar su gasto en tiempo real. La ciudadanía juega un papel crucial en esta transición. En los últimos 10 años, los sevillanos han reducido su consumo per cápita en más de un 40%, un esfuerzo que, según Paco Pepe Juan, "es como si se habilitara un embalse adicional". El llamamiento a la población es claro: usar el váter para lo estrictamente necesario y evitar arrojar residuos como las toallitas, que generan graves y costosos atascos en la red de saneamiento. El objetivo final es una Sevilla 100% autosuficiente en la gestión de su ciclo del agua, un reto "difícil", pero en el que ya se trabaja combinando la energía del biogás con la fotovoltaica. La colaboración entre administraciones y la implicación ciudadana son clave para que el "verde" de los parques, que es sinónimo de salud y medioambiente, siga definiendo el futuro de la ciudad, porque como ha concluido Paco Pepe Juan, "sin verde no hay futuro".