Dedícate a los langostinos

Es tan sencillo decir "tienes razón" que parece mentira lo poco que se dice. Tienes razón, mi amor, tienes razón, papá, tienes razón, mamá, tienes razón, hijo, hija. Tenéis razón, les digo a mis amigos. Lo hago para no discutir, para ahorrar energías, pero también para dar algo que no me cuesta nada. La razón es el lubricante más barato del mercado y abre más puertas que un conserje de hotel. Lo que no sé es lo que hacen los otros con la razón que les doy. Se la llevan a casa, desde luego. Quizá la sacan a pasear, como a un perro, para que haga la caca fuera. O se la gastan en juergas dialécticas, tal vez en tertulias de la tele. Hay personas para las que ninguna cantidad de razón es suficiente. Parece que se la juegan al bingo o al póquer y vuelven a quedarse enseguida sin ella. Por eso no dejan de pedírtela y pedírtela, nunca tienen bastante. Pues dásela, por Dios, es gratis.