Los dulces navideños artesanales de las hermanas canónicas regulares lateranenses de San Agustín se han convertido en una sensación cada Navidad. Desde el convento de Santa Magdalena de Palma, continúan recibiendo encargos de sus populares elaboraciones hasta el 18 de diciembre. La elaboración de estos dulces es casi tan antigua como el propio convento, y sus recetas se perfeccionan cada año a base de prueba y error. La receta más antigua, según explica una de las hermanas, es también la más popular durante las fiestas. "En tiempo de Nadal, es la coca de patata, que también decimos coca de Nadal". Pero así como hay dulces tradicionales, también surgen nuevas incorporaciones. Este año ha sido el turno del surtido de polvorones: "hemos sacado seis sabores de polvorones tradicionales, de coco, de chocolate, de avellana, hay variedad". La producción de tal cantidad y variedad de dulces requiere una organización exhaustiva. "Para organizarnos bien, hay una hermana encargada, que ella organiza todo, qué tenemos que hacer en este día". La planificación comienza mucho antes de las fiestas, en octubre, y en noviembre se empiezan a elaborar los productos con mayor caducidad. La rutina diaria está estructurada: "por la tarde, pues empaquetamos lo que hemos hecho por la mañana". La ubicación del convento, cercana a las Ramblas de Palma, hace que los dulces también susciten la curiosidad de los turistas. “Muchos alemanes. Sí, y en verano, pues, también”, comentan las hermanas, que a veces necesitan recurrir a una religiosa que hable inglés para atender a los visitantes. Aunque la coca de Nadal es la más vendida, los clientes tiene sus preferencias, aunque la mayoría admite con humor ser "muy golosos" y que les "gustan todos". Una de ellas confiesa que, aunque le gusta todo, "las rosquillas me encantan", mientras que otra se decanta por el "cremadillo". Al final, la compra va más allá del producto, convirtiéndose en una forma de colaborar y conectar con la comunidad. "Me siento bien, teniendo en cuenta también que tengo una hermana aquí dentro, entonces, verla a ella contenta y ver a sus hermanas contentas, pues, a mí me alegra", explica una clienta. Es una sensación compartida por otros, que valoran la tranquilidad del lugar: "Además, aquí se está superbién. Es que estás tan tranquila".