A raíz de los recientes casos de acoso sexual que han trascendido en las filas del PSOE, el debate sobre la responsabilidad individual frente a la colectiva ha vuelto a la primera línea. La secretaria de Igualdad del partido, Pilar Bernabé, ha calificado la situación como un problema "estructural", achacándolo a "un machismo y es una normalización de comportamientos machistas que se vienen dando en nuestra sociedad históricamente". Esta misma idea fue la defendida por el presidente Pedro Sánchez en el Congreso. Para analizar esta cuestión, el profesor de Ética Ricardo Calleja ha abordado la tendencia a atribuir a colectivos, como "los hombres" en general, las responsabilidades de acciones individuales, o a señalar como causa un problema más amplio y difuso, como una "cultura machista". Calleja ha reconocido que existe "algo de verdad en que las personas actuamos siempre influidas, condicionadas por el entorno". Según el profesor, es una observación básica que las personas, la mayor parte del tiempo, actúan de acuerdo con lo que es normal en su entorno social. Sin embargo, ha señalado que el problema reside en "la arbitrariedad con la que se atribuye la responsabilidad", poniendo como ejemplo la decisión de culpar a la "cultura española del hombre machista" en lugar de a una posible cultura interna del propio PSOE. El punto más importante para el ético es que la influencia del entorno "no exonera a la persona de la responsabilidad por sus acciones, y tampoco permite atribuir responsabilidad a las personas que pertenecen a un colectivo". En este sentido, ha sido tajante al afirmar que, especialmente en el derecho penal, "la pertenencia a un grupo no puede alterar la la responsabilidad personal, la presunción de inocencia, la carga de la prueba, etcétera". Entonces, ¿qué valor tiene identificar un problema como estructural? Calleja lo ha explicado con una analogía clara: "cuando tienes un problema aislado, lo que tienes que hacer es aplicar el manual. Cuando tienes un problema estructural, lo que tienes que hacer es cambiar de manual". Esto implica que las soluciones deben ser distintas, pero sin que ello anule la responsabilidad individual. El experto también ha admitido la utilidad de los estereotipos para tomar "decisiones rápidas", como al caminar por la calle de noche, pero ha advertido que no se puede decidir basándose en generalizaciones al tratar con una persona o al tomar una decisión importante. El profesor ha alertado sobre la "arbitrariedad peligrosa" de señalar problemas estructurales a conveniencia. Ha recordado que las ideologías son "peligrosas" en este análisis: mientras el individualismo tiende a ignorar los condicionantes del contexto, el progresismo "atribuye muchas cosas a la estructura y a la violencia estructural", por lo que "es más susceptible de ser arbitrario". Como ejemplo final, ha mencionado el caso del aborto. Ha expuesto que si "la mayoría de las mujeres que abortan en España son de baja renta e inmigrantes, a lo mejor hay un problema estructural detrás al que hay que atender con políticas públicas, y no se arregla simplemente diciendo que cada uno haga lo que quiera". Esto, a su juicio, evidencia cómo se puede aplicar o ignorar el concepto de "violencia estructural" de forma selectiva.