Luis Figo fue una de las grandes figuras del fútbol europeo a finales de los años noventa y principios de los 2000. Llegó al Barça en 1995 y, durante su etapa en el club, se consolidó como uno de los mejores extremos del mundo. Entre 1997 y 2000 fue una pieza clave del equipo, lo que le convirtió en uno de los futbolistas más admirados por la afición culé. Incluso llevó el brazalete en varios partidos, especialmente en ausencia de Pep Guardiola, que era el capitán habitual del equipo en esos años.