La ciencia lo confirma: los niños más inteligentes nacen en estos tres meses del año

Cuando un bebé está por llegar al mundo son muchas las dudas que pueden rondar en la mente de sus padres y seres queridos cercanos: ¿Se parecerá a la madre o al padre? ¿De qué color tendrá los ojos? ¿Será un bebé que duerma y coma bien? ¿Qué carácter tendrá? Estas son preguntas a las que se puede dar respuesta solo con el paso del tiempo, pero que muchos se apresuran por saber cuanto antes. Otra de las cuestiones que pueden causar curiosidad es si el niño o niña será inteligente . Según el Diccionario de la Lengua Española, la inteligencia se define como «capacidad de entender o comprender», «capacidad de resolver problemas» y «conocimiento, comprensión, acto de entender» , como primeras acepciones. Teniendo esto en cuenta, muchos pueden pensar que la inteligencia que tienen los niños y van mostrando según van creciendo puede ser algo heredado o que dependa de cómo su entorno trate y eduque al niño, sumando, además, los estímulos y enseñanzas que se dan en las escuelas infantiles, si es que se lleva al bebé a estas antes de los tres años. En este sentido, medir la inteligencia de un niño atiende a muchos factores diferentes, pero existe la creencia de que el mes del año en que nazca puede influir en cuán inteligente es . Sobre esto trata un artículo publicado en la web 'Made for mums', que se basa en hallazgos de un estudio de Harvard. Según lo que se recoge en el citado medio, « los bebés que nacen en los últimos meses del año, de octubre a diciembre, podrían tener una ventaja en lo que se refiere a inteligencia y creatividad» . Así, indican que los 'bebés de invierno' puede tener puntuaciones más altas en pruebas de inteligencia y tener mejores habilidades para resolver problemas. Si atendemos a los resultados explícitos de la investigación de Harvard, indican lo siguiente: «En comparación con los nacimientos en verano y otoño, nacer en invierno y primavera se asoció con alteraciones en los resultados físicos y neurocognitivos durante la infancia y la niñez» y que: « Los bebés nacidos en invierno/primavera obtuvieron puntuaciones significativamente más altas en la puntuación motora de Bayley a los ocho meses, en la prueba de bloques de Graham-Ernhart a los cuatro años, en la puntuación de rendimiento y total de la prueba de inteligencia de Wechsler a los siete años , pero obtuvieron puntuaciones significativamente más bajas en la prueba Bender-Gestalt a los siete años». En el artículo de 'Made for mums' se explica que los investigadores, siguiendo a niños durante siete años, «descubrieron que a quellos nacidos en el último trimestre del año a menudo obtenían puntuaciones más altas en pruebas de inteligencia y demostraban un mayor pensamiento creativo . Sugirieron que ser los más jóvenes de la clase podría alentar a estos niños a trabajar más duro para mantenerse al día, haciéndolos más decididos, adaptables e imaginativos». Siguiendo el camino de la ciencia, en la misma publicación a la que hacemos referencia se habla de otra investigación más reciente que la de Harvard sobre en qué meses o temporada del año nacen los bebés más inteligentes . Según apuntan, el estudio publicado en Labour Economics está basado en datos de más de un millón de estudiantes en Japón y aporta lo siguiente: «Los investigadores descubrieron que los niños más pequeños de una clase escolar a menudo obtenían puntuaciones más bajas tanto en pruebas académicas como en habilidades no cognitivas clave como el autocontrol y la perseverancia, brechas que no se cerraron por completo ni siquiera al final de la escuela secundaria», lo cual está en contraposición a los resultados de la investigación de Harvard. Aunque se suele asociar a los niños nacidos en los últimos meses del año, los más pequeños de la clase, que tienen que esforzarse más y ser más resilientes para aprender igual que sus compañeros, el estudio japonés indica que estos avances no son automáticos . «Si bien este esfuerzo adicional puede ayudar a cerrar brechas en el desempeño académico, puede producirse a expensas del tiempo dedicado al deporte, al juego creativo o a las actividades sociales, áreas que nutren la confianza emocional, la independencia y la creatividad», se recoge en la citada web.