La Conferencia Episcopal Española invita a celebrar la Jornada de la Sagrada Familia que la Iglesia celebra el próximo 28 de diciembre bajo el lema 'Matrimonio, vocación de santidad' redescubriendo el matrimonio y la familia como una auténtica llamada de Dios, en el contexto del cierre del Año Jubilar y a la luz del Congreso para las Vocaciones celebrado el pasado mes de febrero. La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida recuerda que la Iglesia celebra esta jornada “con gozo”, después de un tiempo marcado por la gracia, y subraya que la vocación matrimonial forma parte del camino cristiano hacia la plenitud y la comunión con Cristo. Frente a una visión individualista de la vida, el mensaje insiste en que toda vocación nace de la acogida del plan de Dios y no solo de una elección personal. En este sentido, se afirma que “solo seremos felices en la respuesta positiva al plan que Dios tiene previsto para cada uno”. Uno de los ejes centrales del mensaje es la llamada “antropología del don”. La Subcomisión advierte de que, en muchas ocasiones, el discernimiento vocacional se plantea únicamente desde la libertad individual, olvidando la escucha de la voluntad de Dios. Sin embargo, recuerda que la vocación cristiana hunde sus raíces en el bautismo, que es “la fuente del resto de vocaciones”, y en la llamada universal al amor. El mensaje dedica un apartado a la vocación matrimonial, que define como un plan único de Dios que se revela en la vida concreta de las personas. A diferencia de otras vocaciones, la llamada al matrimonio suele nacer del encuentro con alguien concreto, en el que el hombre y la mujer descubren que Dios los invita a vivir una comunión estable, fiel y fecunda. La Subcomisión subraya que la vocación matrimonial no separa la experiencia humana del amor de la gracia de Dios, sino que la eleva y la plenifica. Cada historia de amor auténtico puede convertirse así en lugar de llamada y de misión, donde los esposos están llamados a ser signo visible del amor fiel y creador de Dios. En este contexto, se recuerda que la familia es “el primer camino” para el ser humano y el “germen de la sociedad”, llamada a crecer y enriquecerla desde la fecundidad, incluso en situaciones de dificultad o infertilidad. Finalmente, el episcopado insiste en que es un error desvincular el matrimonio de la santidad. Al contrario, la Iglesia propone hoy ejemplos de matrimonios santos que, en medio de dificultades y pruebas, han sabido vivir su sacramento como una entrega diaria. En un mundo donde el matrimonio se ve amenazado por el individualismo, el egoísmo y la falta de compromiso, se hace más necesaria que nunca la presencia de familias que sean “Iglesia doméstica” y testigos vivos del amor de Cristo.