María Serrano, brigada de la Guardia Civil con más de tres décadas de ejercicio en el Instituto Armado, se ha convertido en los últimos diez años en una figura controvertida dentro del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de Sevilla: para sus defensores se trata de una denunciante valiente que pagó caro su decisión de sacar a la luz supuestas irregularidades dentro de la institución; para sus detractores, una subordinada que terminó enfrentada con mandos y compañeros y que acumula procedimientos disciplinarios y pleitos.