Uruguay tiene una virtud extraordinaria: somos campeones mundiales en redactar leyes que no se cumplen, decretos que nadie fiscaliza y reglamentos que nacen muertos, archivados en algún cajón del Estado como esos expedientes que se enfrían desde hace décadas. Somos un país que confunde la letra impresa con la realidad, como si la tinta fuera gestión y la firma una política pública. La idea d... Continuar leyendo...