En Oslo, el sol se oculta a las tres de la tarde durante diciembre y recién amanece a las nueve. Es decir, el sol aparece apenas por seis horas al día. Aun así, estos días en Oslo son más cálidos que cualquier jornada vivida en la caribeña Venezuela durante los últimos 25 años. Es una calidez distinta, generada por la esperanza; por un grupo de personas reunidas para izar una bandera sobre una causa común: la causa de la paz y la libertad en Venezuela. Es una calidez generada también por la persona que hace posible este evento, quizá una de las pocas figuras políticas que merecen verdadera admiración y respeto, alguien que ha sacrificado su propia paz y tranquilidad para intentar devolvérselas a millones.