No, el Rey no es Boomer

Lo siento, Alteza, pero su Majestad no es un boomer . Entiendo que ya le vea como un señor mayor y se haya tirado a calcular por lo alto, pero no. Y que vea a su augusta madre hecha una Gen X jovenzuela, y no caiga que ambos apenas se llevan de edad poco más que lo que se lleva Vd. con su adorada hermana y que comparten, por ello, misma generación. Boomers son gente que ya son abuelos, o podrían serlo. Y aunque se sientan unos niños en su fuero interno (¡no deje nunca de serlo!), peinan canas. Muchas. Más que las de su señor padre, que las tiene por edad y por disgustos. ¡Como para no! Pero no es un boomer. Y no es baladí el tema, pues hablamos de una persona que era un niño cuando su abuelo Juan Carlos I (que debía de haber sido Juan III pero no quiso ofender a su bisabuelo el Conde de Barcelona, pero esa es otra historia…), fue proclamado hace ya medio siglo, como rey de España ante las Cortes Generales. Y un rubiejo niño, todo pintiparado él, con su traje oscuro y que apenas llegaba con los pies cuando se sentaba en el lugar preferente, fue testigo de aquello. No muy lejos de la corona y el cetro que representaba la alta Jefatura del Estado que un día le iba a corresponder también a él y en un probable futuro, a Vd., siendo mi deseo que sea como Leonor IV , ya sabe de las manías de este Espía Mayor . Boomers , los últimos, fuimos los adolescentes que veíamos todo aquello sin entender del todo la trascendencia de lo que podía ocurrir y devenir, tras ese noviembre de 1975. Éramos unos mocosos (porque yo era uno de ellos y sí, soy boomer, ok), pero no éramos unos inconscientes. Aunque todos los temores y esperanzas de nuestros padres, gente de preguerra, los intentábamos asumir con la ligereza que da la extrema juventud. Fuimos estos últimos boomers los que comenzamos a viajar en Iberrail por toda Europa, o en Pullmantours y Mundo Joven, echando sueños imposibles en trayectos milkilométricos a bordo de vetustos autobuses. Los que llamaban desde Francia o Inglaterra los veranos desde cabinas a cobro revertido, mientras que echábamos horas en trabajos poco cualificados pero que nos daban para unas perrillas y para quitarnos el miedo con los idiomas. Fuimos la generación tardoboomer que se encontró con las hipotecas a unos tipos de interés bestiales, y la primera que a la treintena, muchos andaban aún por las casa paternas porque no había manera de pillar un sitio para vivir que no fuera de los PinyPon. Fuimos los últimos jóvenes en saber lo que era un veraneo, que nada tiene que ver con eso de ahora de los periodos vacacionales. ¡Veraneo y de tres meses! Pero la Generación X nos empezó a pisar fuerte y de cerca para darnos paso. Una Generación, la de sus padres, que nos iba a mirar pronto por el hombro digital, con lo orgullosos que habíamos estado nosotros con aquellos Spectrum en casa y las primeras consolas, tras habernos gastado pagas enteras en monedas de cinco duros en los recreativos o en los bares. Su señor padre apareció en el último billete de aquellas añoradas pesetas, siendo aún un adolescente imberbe. Fue en el de 10.000 machacantes, y con el fondo que bien conozco del Palacio Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Pero a él le vendría su reinado con su efigie en otra moneda diferente. En un mundo diferente. Donde todos los cambios de la Transición , para bien o para mal, nos harían llegar a un nuevo siglo. Un nuevo milenio. Donde generaciones nacidas, como la suya, la Gen Z , en él, iban a mirar al pasado como si del Pleistoceno se tratara. Donde lo viejo parece aún más viejo. Pero no nos confundamos. Sin viejas y recias vigas y teja vieja, las casas bien hechas no se asientan firmes y sin goteras. Su señor padre aún es remozo joven, pese a todo, de esta casa común que es España. No le eche más edad que la que aguanta, pues necesitamos que sea aún joven para aguantar lo que se viene, pues para los boomers de verdad ya no es nuestro momento. ¿Cómo será el suyo, Alteza?