Mariola Corega, experta en entrenamiento de fuerza para la mujer: «Los músculos se construyen con decisiones diarias que alimentan la energía, la longevidad y la claridad mental»

Cada vez son más los estudios que destacan la importancia del entrenamiento de fuerza en la salud de la mujer . Y es que más allá de los objetivos estéticos, mantener una adecuada masa muscular contribuye a mejorar el metabolismo, fortalecer los huesos y prevenir enfermedades como la osteoporosis o la sarcopenia, que se acentúan con la edad y los cambios hormonales. El trabajo con pesas o ejercicios funcionales ayuda a regular el peso corporal, estabilizar las articulaciones y mejorar la salud cardiovascular. Los expertos recomiendan que las mujeres incorporen sesiones de fuerza al menos dos o tres veces por semana . Un tipo de entrenamiento que es un pilar esencial de la salud física y mental femenina. Mariola Corega , bicampeona mundial de fuerza y resistencia y referente del fitness consciente, sostiene que la verdadera fortaleza nace tanto en el gimnasio como en la cocina: «El músculo no se construye solo con pesas, sino con decisiones diarias que alimentan la energía, la longevidad y la claridad mental», indica en una entrevista. Su propuesta combina movimiento, respiración, alimentación y conciencia , entendiendo que cada comida y cada entrenamiento son actos de autocuidado. La nutrición, indica, es el eje invisible en el que se sujeta la fuerza femenina . La experta propone priorizar proteínas de calidad como pollo, huevos o pescado azul; frutas y verduras de colores intensos ricas en antioxidantes; grasas saludables -aguacate, nueces, aceite de oliva- que sostienen las hormonas y la mente; y carbohidratos complejos como avena o boniato, esenciales para el rendimiento. Tampoco faltan minerales como hierro y magnesio ni alimentos fermentados que fortalecen la microbiota . «La fuerza también se construye en el intestino», recuerda la deportista. Entrenar fuerza, asegura, es una declaración de principios. Y es que «cuando una mujer entrena fuerza, deja de sobrevivir y empieza a responder. Recupera energía, mejora el descanso y, sobre todo, su autoridad interna». Reivindica además su práctica a cualquier edad, especialmente a partir de los 35 años, cuando empieza a disminuir la masa muscular y a alterarse la sensibilidad a la insulina. «Que una mujer, aunque sea con pesos ligeros, pueda hacer una arrancada, un dos tiempos, una sentadilla profunda, un peso muerto o un press de banca o dominadas o burpees, es sin lugar a duda garantía de funcionalidad, y eso es un seguro de vida y de una transferencia muy poderosa en su día a día», reflexiona.