Este jueves 18 de diciembre, agricultores de toda Europa se manifestarán en Bruselas para mostrar su rechazo a los recortes de la Política Agraria Común (PAC) y a los acuerdos comerciales internacionales que, según denuncian, ponen en riesgo la producción local, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del sector. La manifestación agrícola llega en un momento crítico para el sector, con un recorte previsto del 22% en la PAC, equivalente a más de 900 millones de euros anuales. Fran Aísa, agrarista, advierte que "si se recortan esas compensaciones agrarias, en pocos meses va a subir el precio de los alimentos aún más", alertando sobre el impacto directo en los consumidores europeos. Los agricultores reclaman también la aplicación de las cláusulas espejo, que obligan a que los productos importados cumplan con los mismos estándares de calidad y sostenibilidad que los producidos en Europa. Aísa explica que estas medidas son necesarias para garantizar que alimentos como trigo, cebada, carne o aceite cumplan las normas europeas y para asegurar "un futuro para nuestros jóvenes, un futuro para el sector". El agrarista denuncia la incoherencia de algunas políticas de la UE, como el retraso en la prohibición de motores de combustión a partir de 2035, mientras el sector agrícola debe cumplir con estrictas normativas medioambientales. "Nos exigen a nosotros, agricultores, cumplir con regulaciones estrictas, mientras otros países continúan produciendo sin estas limitaciones. Es imposible competir así", afirma. La protesta se enmarca en un contexto internacional donde Europa negocia acuerdos comerciales con terceros países, y la preocupación es que estos prioricen beneficios comerciales sobre la sostenibilidad agrícola y la conservación del territorio. Fran Aísa recuerda los problemas en Francia, donde la falta de vacunación frente a enfermedades como la dermatosis nodular obligó a sacrificar explotaciones enteras, provocando cortes de carreteras y movilizaciones masivas del sector vacuno. Para Aísa, la movilización no solo defiende los ingresos de los agricultores, sino también la seguridad alimentaria y la preservación del entorno rural europeo. "Estamos jugando con la estructura de un sector, con la economía y con los guardianes del territorio", asegura. A pesar de las dificultades, el agrarista envía un mensaje de esperanza: el sector agrícola sigue siendo un sector de fe, de confianza en la tierra y en la capacidad de los agricultores para adaptarse a los cambios. "Esperemos que las navidades y el año nuevo nos traigan mejores noticias", concluye.