¿Miedo por ver el mundo arder? Tres ecologistas comparten cómo enfrentan la ecoansiedad

La crisis climáticaestá agravando los trastornos mentales. Hace cuatro años —mucho antes de la severa sequíaen Zambia o los estragos de la DANA en España— una encuesta mundial demostró que los jóvenes de entre 16 y 25 años se sentían tristes, ansiosos, impotentes o presentaban algunas otras emociones negativas ante el cambio en el clima y sus consecuencia. Frente a un futuro incierto y la suma de perturbaciones meteorológicas catastróficas, en los últimos años creció la tendencia reflejada en la salud mental, una que ya es investigada por expertos: desde los traumas ocasionados por fenómenos naturales agravados por el aumento de las temperaturas, hasta la ecoansiedad o ansiedad climática, es decir el miedo crónico a sufrir un cataclismo ambiental, como lo define la American Psychological Association. Ante el panorama, tres científicos y lideres en conservación ambientalque viven de cerca los estragos ocasionados por la labor humana han aprendido a crear y compartir refugios que no solo permiten sobrellevar la angustia, sino también transformarla como motor de acción. Ansiedad climática: un problema que crece En un principio, la preocupación puede ser un buen motor para el cambio, sin embargo, si se torna en una sensación abrumadora y paralizante hay un problema: se trata de ecoansiedad, misma que suele afectar a personas con ansiedad generalizada, es decir, que ya sentían angustia por otras cosas, como explicó la psicóloga clínica y profesora de la Facultad de Salud Pública de Yale, Sarah Lowe durante una entrevista para Yale Sustainability.No todos hablan de ella, pero el problema está ahí. Desde el 2019 a la fecha, las búsquedas relacionadas han ido en aumento, según datos de Google.Aunque hay excepciones, atraviesa principalmente a las personas que han experimentado sus efectos de primera mano,un estudio publicado en The Lancetyrealizado a 10 mil personas de entre 16 y 25 años reveló que el 92 % en Filipinas (país extremadamente vulnerable a desastres naturales) siente que el futuro es aterrador, en comparación con el 56% en Finlandia. En México existe poca investigación al respecto, pero algunos informes demuestran que la preocupación es latente e incluso está direccionando decisiones: una encuesta organizada por la UNFPA señala que en el territorio el cambio climático tiene un papel importante a la hora de decidir si tener hijos o no. No es para menos, en 2023 el país fue testigo de sus consecuencias con la acelerada evolución del huracán Otis.Además, existe evidencia de cómo el clima tiene un vínculo profundo con la salud mental: un artículo de 2018 centrado en Estados Unidos y México detectó una correlación entre el aumento de las tasas de suicidio (0.7% y 2.1% respectivamente) y el aumento del 1°C en la temperatura media mensual. Si bien la ecoansiedad es una padecimiento que apenas comienza a estudiarse, se han diseñado diferentes herramientas psicológicas para medir el impacto emocional y funcional que tiene como la Escala de Ansiedad Climática (CAS) o la Escala de Ecoansiedad de Hogg (HEAS) en las que se consulta¿Cómo se vive la ecoansiedad?Junto con las comunidades que se han visto afectadas, científicos y defensores del medioambiente son testimonio vivo de los efectos a nivel físico y emocional del cambio climático. “De cierta manera lo he experimentado a través de frustración, de que toda la investigación que estamos haciendo no nos está llevando a donde queríamos, no salen las cosas o simplemente por más que hacemos algo y seguimos trabajando, no vemos resultados tan rápido como quisiéramos o seguimos viendo todas estas noticias negativas o fatalistas”, comparte a MILENIO la bióloga y maestra en ciencias en biodiversidad y conservación marina Catalina López Sagástegui. El doctor en ecologíaGerardo Ceballos y el profesor titular en el Scripps Institution of Oceanography, Octavio Aburtoconcuerdan con la especialista. “En términos ambientales, pues claro que la ecoansiedad es importante porque lo que recibimos de información es grave”, dice Ceballos a este medio. Una encuesta de 2018 respalda sus palabras: el 72 % de las personas de entre 18 y 34 años afirmó que las noticias ambientales negativas afectaban su bienestar emocional causándoles ansiedad, pensamientos acelerados o problemas para dormir. En medio de la avalancha de información los tres afirman que hay nuevas posibilidades.¿Cómo lidiar con la ansiedad ambiental?En general, Gerardo y Octavio apuestan por una medida que les ha funcionado: cuidar la forma en que se informan. No solo ponen límites respecto a la cantidad de noticias que leen, sino también de los lugares en los que las consultan y la frecuencia con la que lo hacen. “Si te metes al internet hay mucha basura, muchas mentiras, usualmente se enfocan en cuestiones super negativas”, insiste Ceballos.Aunque poner un freno a la información puede ayudar a reducir la angustia, no siempre es posible, por otro lado (y como cualquier padecimiento mental), una de las principales recomendaciones es acceder a servicios profesionales de atención psicológica, sin embargo, ya sea por tiempo o recursos, no todas las personas pueden recurrir a terapia. Al respecto, algunas investigaciones sugieren que participar en acciones colectivas puede tener numerosos beneficios, entre ellos, un mayor sentido de autoeficacia y esperanza en el futuro. Algo que la bióloga mariana ha notado cuando se acerca a sus compañeros para tener “un poco de perspectiva”. “Definitivamente [ayuda] rodearse de un equipo con quienes te puedas turnar esos momentos de ansiedad y de frustración. Que tengas a alguien que te pueda decir, ‘Vamos bien, no importa, es el reto y allá vamos’. Y festejar los pasos pequeños, porque por más pequeños que sean los logros hay que festejarlos”, reitera. Más allá de las noticias que apuntan al colapso, Octavio Aburto plantea: “Hay más historias positivas y de esperanza que las malas. Si tuviéramos la oportunidad de reconfigurar esas narrativas, veríamos que hay muchas cosas que nos dan más esperanza”. Y ¿en que encuentra esperanza este grupo de científicos? Por un lado, Catalina confía en la respuesta de la gente respecto al conocimiento que generan con sus investigaciones. “El logro que yo siempre celebro y lo tengo pegado en mi oficina son las infografías que he hecho con información generada de la mano con pescadores, con personas de comunidades dedicadas al turismo. La gente las baja de nuestra página, nos las pide, para mí es un orgullo y es lo que me mantiene animada a seguir adelante”Octavio por su parte, no solo fue testigo sino también partícipe de uno de los proyectos de conservación marina más exitosos del mundo: el Parque NacionalCabo Pulmo,que en sólo una década recuperó todo su ecosistema ubicado en Los Cabos, Baja California Sur. “Los pobladores decidieron proteger un arrecife y todos colectivamente se pusieron de acuerdo: en menos de 10 años toda su vida cambió. Eso puede pasar en todo México, en todo el planeta”, asegura. Finalmente, además de los resultados obtenidos en su laboratorio, Ceballos encuentra cierto alivio en pensar que, a pesar de todo, “la vida va a seguir. No se va a acabar. A lo mejor no vamos a estar nosotros pero la vida sí”. LHM