Pasaron solo tres años para que una de las bandas clásicas del nu metal regresara a la Ciudad de México, aunque para los fans más fieles la espera se sintió eterna. Su visita más reciente al país había sido en Monterrey, donde compartieron escenario con Marilyn Manson en el Machaca Fest 2024.Formado en 1994 en Jacksonville, Florida, Limp Bizkit —con Fred Durst al frente— se ha convertido en un referente indiscutible del género. A lo largo de más de tres décadas han vendido millones de discos y alcanzaron un hito comercial con su álbum “Chocolate Starfish and the Hotdog Flavored Water” (2000), que mantiene un récord de ventas en su categoría.Un mini festival que calentó motoresEste año la banda llegó con su Loserville – Gringo Papi Tour, una gira que ha recorrido Europa y América Latina acompañada de invitados como Bullet for My Valentine —quienes sustituyeron a Yungblud tras su cancelación de última hora—, además de 311, Ecca Vandal, Riff Raff y Slay Squad. Una característica que se ha vuelto tendencia en los eventos organizados por Music Vibe es su respeto por los horarios, priorizando la seguridad del público. Esta fecha no fue la excepción.El espectáculo arrancó a las 16:30 horas con Slay Squad, que hizo su debut en México presentando su autodenominado estilo “ghetto metal”, una mezcla agresiva de hip-hop, hardcore, industrial chaos y metal. Para entonces, el Estadio de Beisbol Fray Nano —confirmado como sede apenas un día antes— ya lucía medio lleno con asistentes ansiosos por acercarse lo más posible al escenario.La energía siguió creciendo con el excéntrico rapero texano Riff Raff, seguido de la australiana Ecca Vandal, quien ofreció una actuación experimental al fusionar punk, electrónica e hip hop. Más tarde, 311 celebró sus tres décadas de trayectoria con un repertorio que puso a bailar al público al ritmo de reggae, funk, rap y rock, e incluyó un cover muy aplaudido de “Lovesong”, de The Cure.El turno de Bullet for My Valentine marcó uno de los momentos más esperados de la noche. Después de diez años sin presentarse en México, la banda de metalcore de los 2000 encendió el recinto con temas emblemáticos como “Tears Don’t Fall”, “Waking the Demon” y “All the Things I Hate”. El público respondió con saltos, gritos y una nostalgia evidente entre quienes crecieron escuchándolos.Limp Bizkit: el clímax de la nocheFinalmente, llegó el momento más intenso: Limp Bizkit apareció con su actitud irreverente y una energía desbordada. La banda abrió con un emotivo homenaje a Sam Rivers, su cofundador y bajista recientemente fallecido. Con la canción “Drown” (2003) de fondo, las pantallas mostraron algunos de sus mejores momentos, mientras el público aplaudía, gritaba su nombre y acompañaba el tributo con una mezcla de euforia y respeto. Fred Durst aprovechó para agradecer a los fans mexicanos por su apoyo incondicional.Para esta presentación, Richie Buxton tomó el bajo, y tras presentarlo oficialmente comenzó el verdadero espectáculo. El setlist incluyó clásicos indispensables como “Break Stuff”, “My Generation”, “Rollin” y “Full Nelson”, durante la cual Durst invitó a tres asistentes a cantar con él, desatando uno de los momentos más memorables del show.Desde el primer acorde hasta el último grito, la multitud no dejó de brincar, corear y entregarse por completo. Fue un concierto catártico, emocional y explosivo: una noche que quedará grabada en la memoria de los fans y que, sin duda, dejó a Limp Bizkit con un gran sabor de boca y ganas de volver a México.jk