Por Triana circula una guasa. No saben si ha sido la Providencia o el efecto tardío de los rezos de fray Javier. El cura de San Jacinto imploró a tres alcaldes y a todos los santos para que apartaran del atrio de la parroquia aquel cáliz que amenazaba con matar a alguien e incluso con reventar los cimientos del templo. Al pobre fraile dominico le montaron una campaña de manifestaciones y hasta llegaron a encadenarse a la copa del árbol para evitar su tala. Fueron años de lucha desesperada, con una cuponera herida por una rama, y otra que cayó en el patio del colegio contiguo. El cura de San Jacinto no sabía si echarle lejía al ficus o encadenarse... Ver Más