En las artes marciales mixtas (MMA) las historias de superación forman parte de la narrativa de los diferentes luchadores que copan el plantel de las grandes ligas de esta disciplina. Una de las más crudas es la de Yaroslav Amosov, un luchador ucraniano que llegó a ser campeón de Bellator y que tuvo que recuperar su cinturón de las ruinas de su casa, bombardeada por las fuerzas rusas. Después de recuperar el territorio invadido, Amosov pudo rescatar su título mundial y recuperar su hogar en Irpin, unas de las ciudades más castigadas. «Los rusos dicen que esta es una operación de salvación y yo pregunto: ¿Qué salvaron en estas casas?», señalaba entonces sobre los bombardeos que sufrió su ciudad y su país. «Bombardean orfanatos y residencias de ancianos, fusilan a civiles», denunciaba en 2022. «No entiendo a la gente que no cree lo que pasa en mi país. Ahora escucháis lo que está pasado», apuntaba en un vídeo donde se escuchan los bombardeos que asolan Ucrania. Un luchador de élite que no se acostumbraba a este sonido. Resulta que el pasado fin de semana, Amosov firmó por la UFC, la mayor liga de MMA, y se estrenó con victoria. Después de bajarse al octágono, atendió a los medios, y puso encima de la mesa un debate acerca de la terminología que se utiliza por parte de los peleadores. Amosov, visiblemente emocionado , hizo un llamamiento a sus compañeros de trabajo, esto es, a los luchadores, para que tengan cuidado con la expresión «ir a la guerra» antes de los combates. «Dicen que la próxima pelea será una guerra. Chicos, si no saben lo que es una guerra, cállense» , apuntó el peleador ucraniano. Aunque es una terminología que se expresa sin ninguna mala intención, posiblemente les haga pensar a los atletas que la utilizan en las previas de sus combates.