Y cuando Extremadura habla, conviene escucharla. Porque esta tierra no perdona a quien la utiliza, pero sí sabe reconocer a quien la entiende. Aquí el voto no es un grito, es memoria. En los días previos a unas elecciones, como casi siempre, las palabras vuelan más rápido que los hechos. Se invoca al campo, a la dehesa, a ganaderos y agricultores, autónomos, empresas y empresarios, presentados, con razón, como la columna vertebral de esta tierra. Todo eso es cierto. Pero no lo es todo.