El Atlético Baleares cae en la Copa del Rey en un día de gloria ante el Atlético de Madrid

Tirar más a puerta que tu rival y perder. Es la ley del fútbol, no se trata de justicia, se trata de acierto y de méritos de atacantes y de porteros. La diferencia en la noche copera del Estadio Balear ante un grande del fútbol español,  se llamó Juan Musso. El segundo portero del Atlético de Madrid, a la sombra siempre de Jan Oblak, se erigió en el gran protagonista de la noche de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey al ser el muro de contención de los de Simeone. Es paradójico pero habiendo jugado mejor el Atlético Baleares anoche que ante el Espanyol, habiendo generado muchas más ocasiones, habiendo tirado más a puerta, caía eliminado, cuando ante el Espanyol lo que hizo fue defender muy bien y aprovechar su ocasión. La diferencia en el fútbol muchas veces puede ser técnica, otras física y en otras ocasiones es mental. Jugar un partido de alta exigencia para jugadores poco acostumbrados a ese nivel, como jugadores que están en Segunda RFEF, puede ser definitiva en los momentos decisivos. No así en las fases del juego, en las que los balearicos conseguían tutear a los colchoneros y superarles bien llegando a la meta del Atlético de Madrid. Pero la diferencia de calidad y de fortaleza mental apareció en los momentos decisivos. En los mano a mano con Musso, ni Juanmi ni Tovar pudieron marcar. Fue aún así también desde los 11 metros en un penalti de Musso al arrollar a Castell, era para el pistolero Jaume Tovar, el que nunca falla, el gran goleador (13 goles) del Atlético Baleares. Pero Musso adivinaba el lado al que tiraba Tovar, a su derecha, y evitaba el gol balearico. Hubiera sido el 2-3 antes de lo que llegaría después con otro penalti de Moha Keita. Era ya sin Tovar en el campo en los últimos minutos. Habían marcado Griezmann y Raspadori en el primer tiempo, tras el 1-2 de Gerardo Bonet anotaría en la segunda de nuevo Griezmann, toda una estrella sin que se le caigan los anillos por jugar en un recinto modesto y haciendo su trabajo. A Jaume Pol, capitán balearico anoche el que más le impresionó de los jugadores que tuvo alrededor y a los que se midió fue el francés, decía tras el partido que sonó bien seco su remate en el primer gol, que lo pudo escuchar, le impactó lo fino que es Griezmann. La camiseta del ausente sobre césped ayer, que no en el campo, Julián Álvarez, se la llevaba el meta Juli Rivas, todo un descarado al que no le puede la presión. Juli sabe lo que es ascender a un equipo, el Porreres, a sus 20 años, y anoche se marcaba dos quiebros en el área ante Gallagher, ver para creer. Acostumbran a cantar desde algún sector del Estadio Balear que les esperan días de gloria, días como ese 17 de Diciembre que guardarán para siempre en el recuerdo los aficionados del Atlético Baleares. Habiendo perdido han ganado muchas cosas. Habiendo sido eliminados de la Copa del Rey, el Atlético Baleares ha ganado credibilidad, admiración, reconocimiento y tal vez, como pedía Luis Blanco, hacer afición. Pedía que los 5.000 que había anoche en el Estadio Balear tengan un buen efecto de contagio para que la afición siga creciendo y les ayude a ascender. Por días como el de ayer, y el de hoy, los balearicos han esperado mucho tiempo.