El EU Emissions Trading System (EU ETS) atraviesa actualmente una fase de profunda transformación, convirtiéndose en uno de los cambios más relevantes de la política climática y medioambiental europea. Según el último informe de Moeve Energy Insight, el sistema ha ampliado recientemente su alcance para incorporar al transporte marítimo y, de cara a los próximos años, la Unión Europea ha acordado la creación de un nuevo mercado complementario, el ETS II, que entrará en vigor en 2028 y regulará las emisiones del transporte por carretera, la edificación y la pequeña industria. En este contexto de evolución, el EU ETS continúa consolidándose como el principal mecanismo de la Unión Europea para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y avanzar en el cumplimiento de los compromisos climáticos internacionales. Puesto en marcha en 2005, fue el primer sistema de comercio de emisiones a nivel mundial y hoy es uno de los mayores mercados de carbono existentes. Abarca a todos los Estados miembros de la UE, además de Islandia, Liechtenstein y Noruega, está vinculado al sistema suizo y funciona mediante un régimen de comercio de derechos de emisión que pone precio al CO₂ y sitúa la descarbonización como un factor clave de la competitividad industrial. El coste del CO₂ para la industria El precio del carbono se ha convertido en un factor determinante para la industria europea. El coste medio de los derechos de emisión en el mercado europeo ronda actualmente los 80 euros por tonelada de CO₂, y las previsiones apuntan a una tendencia cada vez más alta en los próximos años. Por ello, desde 2019, el Gobierno ha destinado cerca de 900 millones de euros en ayudas a la industria para compensar los costes indirectos derivados de estas emisiones. ¿Cómo funciona el comercio de emisiones en la Unión Europea? El mercado europeo de carbono se articula a partir de un límite máximo de emisiones que la Unión Europea fija cada año para los sectores incluidos en este sistema, como la generación de electricidad y calor, la industria intensiva en energía y el transporte aéreo y marítimo. Este límite, conocido como "cap", marca el volumen total de emisiones permitido. Para emitir CO₂, las empresas necesitan disponer de derechos de emisión, donde cada derecho equivale a una tonelada de dióxido de carbono. Estos derechos se adquieren principalmente a través de subastas europeas, aunque algunos sectores considerados estratégicos reciben una parte de forma gratuita como medida de protección frente a la deslocalización de la producción fuera de la UE. Las compañías están obligadas a entregar cada año un número suficiente de derechos que cubra sus emisiones reales. En caso de no hacerlo, se enfrentan a penalizaciones económicas y a la obligación de compensar el exceso de emisiones en el periodo siguiente. Este mecanismo garantiza el cumplimiento del sistema y refuerza el incentivo a reducir emisiones. El propio mercado permite el intercambio de derechos entre empresas. Aquellas que logran reducir sus emisiones por debajo del nivel asignado pueden vender sus derechos sobrantes, mientras que...