Chesterton definió la ciudad de Belén como un lugar en el que los extremos se tocan. Hace unos meses, en un pequeño taller de esta ciudad, conocí a un carpintero que lo confirmó. Su nombre no es Jesús ni José. Tampoco llevaba barba ni vestía una túnica. Su nombre es Bassem, pero, igual que ellos, se dedica a la carpintería y lo hace en un taller muy cerca del lugar donde, en medio de la oscuridad, se fundó un nuevo mundo . La historia de Bassem es tan curiosa que resulta imposible escucharla sin considerarla un acto de esperanza o un acto de locura. O ambas cosas a la vez. Porque Bassem vivía en Nueva Zelanda, donde estudió matemáticas, y... Ver Más