Desmontando los grandes mitos del alcohol en Navidad: ni digestivo ni bueno para el corazón

La Navidad es sinónimo de celebraciones, pero también de un aumento en el consumo de alcohol. Ante los excesos concentrados en pocos días, el doctor David Avellanal, especialista en medicina interna del Hospital Vithas Vitoria, recuerda en COPE Euskadi que el alcohol "es un tóxico para el organismo" con múltiples efectos adversos. Un consumo elevado y rápido de alcohol puede provocar una intoxicación etílica, con síntomas en el sistema nervioso como la pérdida de memoria. Además, afecta al sistema cardíaco, pudiendo causar arritmias y alteraciones de la tensión, y genera problemas digestivos como gastritis, dolor abdominal o incluso una pancreatitis aguda. Aunque sea líquido, el alcohol es un diurético que provoca deshidratación, por lo que es clave consumir agua. Frente a la pregunta de cuál es la cantidad de riesgo, el doctor es tajante y recuerda que, según la Organización Mundial de la Salud, "no hay ningún tipo de nivel de consumo de alcohol que sea seguro". Durante la Navidad es frecuente el 'binge drinking' o consumo en atracón, que consiste en ingerir cuatro o cinco bebidas en pocas horas, una práctica que eleva el riesgo de daño hepático y cardíaco. Una de las creencias más populares es que un chupito de hierbas ayuda a la digestión. El doctor Avellanal califica esta idea de "mito", ya que, si bien algunas hierbas pueden dar esa sensación, el etanol (el alcohol) "ralentiza el vaciado del estómago, irrita la mucosa y es un tóxico para el páncreas". Tampoco tiene una base científica sólida la idea de que una copa de vino al día es buena para el corazón. El experto matiza que, en el contexto de una dieta mediterránea y en personas con riesgo cardiovascular, un consumo "muy, muy moderado" podría tener algún beneficio, pero recuerda que esa misma cantidad aumenta el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer. El doctor advierte de que "mezclar alcohol con medicamentos nunca es una buena idea". La combinación con antibióticos como el metronidazol puede causar una reacción muy agresiva, mientras que con el paracetamol aumenta la toxicidad en el hígado. Tomar alcohol junto a antiinflamatorios o psicofármacos también multiplica los efectos adversos en el estómago y el cerebro.