Miles de agricultores y ganaderos de toda la Unión Europea, entre ellos cientos de españoles, han tomado las calles de Bruselas para protestar contra la política agraria europea. La movilización ha coincidido con la reunión del Consejo Europeo y busca denunciar las decisiones que, según afirman, están "matando" al sector primario. Los manifestantes señalan tres motivos principales para su malestar. Denuncian la "asfixia burocrática" a la que se enfrentan, los recortes en la Política Agraria Común (PAC) que para España supondrían 900 millones de euros menos cada año, y los acuerdos comerciales como el que se negocia con Mercosur. Javier Fatas, un agricultor de Zaragoza presente en la protesta, explica en Mediodía COPE, que han acudido para frenar "el derrumbe y desmantelamiento de la política agraria". Considera que es el momento de actuar "antes de que todo esté aprobado" y añade que han venido a decirle a Ursula von der Leyen, "que parece estar sorda, que por ahí no se puede ir". La situación ya es crítica para muchos, que aseguran estar trabajando con "precios por debajo de los costes de producción". Fatas advierte de que un recorte en la PAC de un 22 %, sumado a la inflación, provocará el cierre de la gran mayoría de explotaciones en pocos años y pondrá en riesgo el suministro de alimentos. Sobre los acuerdos internacionales como el de Mercosur, los agricultores denuncian que se trata de una "competencia desleal". Critican que se negocia con países que tienen "estándares de calidad y normativas totalmente distintos", lo que complica aún más la supervivencia del productor europeo. Las decisiones de Bruselas tienen un impacto directo en el bolsillo del consumidor, como reflejan los precios en los supermercados. Un kilo de cinta de lomo de cerdo ha pasado de costar 3,99 a 6,6 euros, mientras que una docena de huevos XL ha subido de 2 a 4,36 euros en los últimos años, más del doble. Este encarecimiento no se traduce en mayores beneficios para el campo. Fernando Barcenilla, agricultor en Burgos, cifra el incremento de sus costes en "entre un 30 % y un 35 %", debido a la maquinaria, los herbicidas y los abonos. Sin embargo, lamenta que en el cereal están cobrando "precios de hace 20 o 25 años". Toda esta incertidumbre económica y la dureza del trabajo provocan una consecuencia alarmante: la falta de relevo generacional. La escasez de jóvenes que quieran dedicarse al campo amenaza con encarecer todavía más la cesta de la compra en el futuro.