Se aproxima a pasos agigantados el 31 de diciembre y ya se sabe que ese día hay que cumplir opcionalmente con algunas tradiciones –lo de la ropa interior roja, por ejemplo- y obligatoriamente con otras, sobre todo la de recibir el año nuevo comiendo doce uvas, una por cada campanada. Es una costumbre que, según se dice, se empezó a seguir a principios del siglo XX , coincidiendo con una cosecha tan abundante que, de no ingerirse, esas uvas se iban a perder. Eso no es del dominio público, pero lo que sí sabe todo el mundo es que las uvas hay que comérselas. En compañía, por supuesto, porque lo de hacerlo en solitario transmite una sensación de tristeza incomparable. Luego ya está el marco en el que se quiera seguir el rito: y aunque muchísimas personas lo hacen en familia, la Nochevieja, a esos efectos, no es como la cena de Nochebuena o la comida de Navidad . Esas son las dos reuniones familiares anuales por antonomasia. Pero el 31 de diciembre, por motivos varios, muchos escogen otras alternativas. Y aquí es donde empiezan las deliberaciones: ¿qué hacer, por cuál decantarse? Porque en Granada , como en todas partes, las hay para todos los gustos y todos los bolsillos. Será cuestión de mencionarlas y organizarse en consecuencia. La Plaza del Carmen de Granada es un emplazamiento céntrico y cercano a lugares donde después se puede tomar una copa, como la calle Ganivet. Allí se reúne mucha gente para escuchar las campanadas y, si no para todos, para los primeros que lleguen, las uvas y el cotillón están garantizados porque el ayuntamiento las reparte entre las 22.30 y las 23.00. Hay que estar de pie y seguramente hará frío, pero habrá bullicio y mucha gente joven dispuesta a pasarlo bien. Ojo, que algunos llegan después de un día entero de celebración y pueden estar un poco… pasados de revoluciones . Lo suyo es sustraerse y disfrutar con los fuegos artificiales y el espectáculo de luces que se reserva para la ocasión. Si se prefiere recibir el año 2026 en una discoteca o un pub, no van a faltar nombres. Los principales templos granadinos del bailoteo – Mae West , Aliatar o Granada 10 , por citar sólo tres- organizan fiestas que a las doce de la noche paran por unos minutos para tomarse las uvas. Después, el jolgorio seguirá hasta que el cuerpo aguante porque esa noche no hay que cumplir el horario de cierre . Las entradas en esos tres sitios mencionados oscilan entre los 25 y los 30 euros e incluyen consumiciones. En el caso de los bares y los pubs que están abiertos, que son tantos que resulta inútil enumerarlos, habrá precio o entrada libre hasta completar el aforo. Las copas, en Nochevieja, suelen servirse algo más caras que el resto del año, algo que tiene su lógica porque los camareros se ven obligados a trabajar a destajo en una jornada especial y eso debe compensarse. Un plan más tranquilo es pasar la velada en un hotel. Hay bastantes en la capital, y también en pueblos de la provincia, donde se organizan cenas con baile, cotillón y, por supuesto, uvas. Por mencionar algunos, ahí van nombres: Andalucía Center , Sercotel Luna , Macià Real de la Alhambra o Saray , todos ellos en Granada, así como El Mirador , en Loja, y El Capricho , en Monachil. Los precios son muy variados, en algunos casos incluyen una noche de estancia y lo suyo es consultar sus páginas web para enterarse de los detalles. Lo mismo vale para los hoteles de Sierra Nevada , que estarán abiertos todos o casi todos para ese día. Pero hablando de hoteles, hay uno en el centro de Granada que ha propuesto para esta despedida del año un plan muy especial y que, en cierto modo, transporta a otra época. Se trata del Santa Paula , cuyo restaurante, llamado El Claustro, organiza un menú navideño especial y una fiesta con música de jazz y swing en homenaje a El Gran Gatsby , la novela de Francis Scott Fitzgerald llevada luego al cine con Robert Redford como protagonista indiscutible. El menú ofrece «aperitivos como bisqué de marisco, meloso de gurullos con crema de queso montefrieño, caviar de Riofrío y biquini de jamón puro bellota, y principales como salpicón de bogavante, besugo asado con manera de cava y solomillo de vaca pajuna con trufa negra». Todo ello, maridado con Albariño Zarate, Pago de los Capellanes Crianza y Champagne Gonet-Medeville, además de dulces navideños tradicionales y copa en mesa. La cena tendrá música de la época para remarcar aún más la conexión con Gatsby y su exclusivo y peculiar mundo. Pero después de las uvas variará hacia bailes más novedosos y una pizca de pop y rock. El bar, según anuncia el establecimiento, seguirá abierto hasta bien entrada la madrugada y ese conjunto de cosas tan bien presentadas se ofrece a un precio de 350 euros por persona . Evidentemente, no todo el mundo se gasta ese dinero a diario. Pero es una cena de gala, un capricho, una noche diferente, quién sabe si única. Un día es un día, como suele decirse.