Antonio García, ex cuponero de la ONCE, sobre su experiencia vendiendo cupones: «Me quitaron lo que más feliz me hacía»

Ver a personas vendiendo cupones en la calle o atendiendo los característicos quioscos es una escena de lo más común. Se ven por todas partes. Sin embargo, esa familiaridad contrasta con el desconocimiento general sobre lo que hay detrás de ese trabajo diario . Para empezar, para vender cupones de la ONCE es necesario cumplir una serie de requisitos, entre ellos tener reconocida una discapacidad, superar un proceso de selección y formación, y adquirir habilidades comerciales y de atención al público. No obstante, el día a día de estos trabajadores abarca mucho más . Precisamente sobre esta realidad habla Antonio García, ex cuponero , quien narra su experiencia personal vendiendo cupones en el pódcast de TikTok 'El Hombre Descalzo' . A través de su testimonio, ofrece una mirada cercana y poco conocida sobre lo que significa vivir de este oficio. «Yo, cada vez que vendía cupones, he sido un infeliz. No he estado a gusto . Pero antes, por lo menos, si se te acababa el papel, que yo lo vendía todos los días, habías terminado. De hecho, por la tarde, yo ya la tenía libre para dedicarme a mi música, pero ya no «, afirmó de primeras. Y es que las declaraciones de este ex cuponero se centraron en cómo evolucionó el oficio hasta convertirlo en una jornada de ocho horas, con unos turnos que impedían conciliar el trabajo con el ocio. «Hoy en día sigues con la máquina. Si se te acaba el papel, sigues con la máquina . Y hoy en día tienes que estar ocho horas por cojones, aunque no pase nadie por la calle. Y cuando yo me vi en Arrecife, por la mañana estaba bien y vendía bien, pero esas tardes que yo decía 'se me está yendo mi vida aquí, en una esquina' . ¡Que es mi vida!«, dijo lamentándose. Al hilo de lo anterior, Antonio comentó también que, a los de la ONCE, «les decía por qué no me hacían una jornada continua, hasta las tres y media o las cuatro, porque era turno partido. Yo estaba por la mañana, me echaba la siesta y luego a las cinco de la tarde hasta las ocho . Esas tarde allí... La calle era 'The Walking Dead', por allí no pasaba nadie. Y yo allí diciendo que no puedo tocar el piano, ni puedo entrenar con la anotación. Es decir, lo que más feliz me hace en la vida no lo tengo«. Por último, enfatizando en esa jornada partida, este ex cuponero narró como era un día normal: « Yo tenía al día dos horas libres . Llegaba por la tarde a la casa, comía y a dormir. Mi único aliciente es que me compraba latas de cerveza y me ponía mis auriculares para escuchar algo de música. Estaba mi pareja conmigo, para no molestar a nadie. A las diez y media me iba a dormir que mañana a las seis de la mañana tengo que estar en pie. Yo sé que hay mucha gente que está así porque no tiene más remedio, que si yo no hubiera tenido otra cosa lo mismo me conformo con eso, pero yo estaba amargado «, concluyó.