El oviedismo estalla: "Que el ultimátum a Carrión dependiera de la destitución de Almada en el Valladolid..."

La situación en el Real Oviedo ha alcanzado un punto crítico. La destitución de Luis Carrión tras la derrota en Sevilla y el inmediato nombramiento de Guillermo Almada como su sucesor, el tercer entrenador en apenas cinco meses, ha desatado una ola de indignación y perplejidad. La gestión se ha complicado aún más al revelarse que jugadores importantes del vestuario ya conocían el ultimátum que pesaba sobre Carrión antes del partido, una muestra de la delicada situación interna que atraviesa el club. Las críticas más duras apuntan directamente al Grupo Pachuca y a su presidente, Jesús Martínez, a quien se acusa de tomar todas las decisiones clave desde la distancia. Esta centralización del poder deja en una posición testimonial a la dirección deportiva local, encabezada por Agustín Lleida y Roberto Suárez. El entrenador Rafa de Diego ha expresado su malestar afirmando que "si tienes tres entrenadores en cinco meses, es que estás haciendo las cosas mal". De Diego ha ido más allá, calificando de "falta de respeto que Lleida y Roberto Suárez sigan en el puesto", y ha sugerido irónicamente que, si las decisiones se toman en México, bastaría con "un Playmobil de director deportivo" en Oviedo. Esta opinión refleja un sentir generalizado de que no se están depurando responsabilidades a los niveles adecuados dentro de la estructura del club. El nombramiento de Almada ha avivado la polémica. El analista Sergio Fernández ha revelado una de sus hipótesis en la operación: el ultimátum a Carrión se activó porque Almada estaba en la cuerda floja en el Valladolid. Según Fernández, la propiedad actuó con rapidez porque "si echaban a Almada en Valladolid, entonces al Oviedo ya no podía venir", lo que "habla de cómo funciona el fútbol actualmente y el Oviedo". El enfado en la afición es palpable, como ha cristalizado el escritor Fernando Menéndez, quien ha calificado la situación de "bodevil". La idea de pagar un traspaso por un entrenador que estaba a punto de ser despedido en su anterior club ha sido la gota que ha colmado el vaso. Se anticipa un ambiente crispado en el próximo partido.