El naufragio que forja un vínculo eterno entre Málaga y Alemania

Se han cumplido 125 años del naufragio de la fragata alemana Gneisenau frente a la costa de Málaga. Aquel suceso, lejos de quedar en el olvido, ha servido para forjar un vínculo indestructible entre la ciudad y Alemania, gracias a la heroica actuación de los malagueños, especialmente de los pescadores del barrio del Bulto y de Pedregalejo, que se lanzaron al mar para rescatar a los náufragos. Como reconocimiento a esta valerosa acción, la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena concedió a Málaga el título de ‘Muy Hospitalaria’ el 3 de enero de 1901. Este distintivo no solo se sumó a los que ya ostentaba el escudo de la ciudad, sino que quedó inmortalizado en una de las pinturas del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Málaga, donde una obra de Álvarez de Sotomayor y Muñoz Degrain recrea la escena. Unos años más tarde, en la madrugada del 24 de septiembre de 1907, una trágica riada asoló la ciudad, destruyendo los puentes de la Aurora y Santo Domingo y dejando las dos riberas del río incomunicadas. Según explica el historiador Salvador Jiménez, presidente de la asociación cultural CEGRI, en la ciudad "no llovió una gota de agua, hay que decirlo, sino que llovió en la cabecera". En agradecimiento por el rescate de 1900, Alemania donó a la ciudad una nueva estructura para suplir la pérdida. Así nació el conocido como Puente de los Alemanes, cuyo nombre oficial es Puente de Santo Domingo. La construcción fue llevada a cabo por la empresa malagueña Martos y Cía y su longitud, de 41,5 metros, equivale justo a la mitad de la eslora de la fragata naufragada. El buque siniestrado, que según el armamento de la época puede ser considerado fragata o corbeta, era un navío de dimensiones considerables para la fecha: medía 82 metros de eslora y 13,5 metros de manga. Su recuerdo pervive no solo en la historia, sino también en las proporciones del puente que donó el gobierno germano. La relación entre Málaga y Alemania no se limita a la construcción del puente. El gobierno alemán ha seguido velando por su mantenimiento a lo largo de los años. En 1984, durante el mandato del alcalde Pedro Aparicio, el ejecutivo germano sufragó una reparación que costó 5 millones de pesetas. Años más tarde, en 1992, volvieron a colaborar cuando se soterró el tráfico y se recolocó el puente. Como resume el historiador, los alemanes "no solamente lo construyeron, sino que lo mantuvieron y lo siguen manteniendo".