Antonio Agredano y los regalos 'currados': "El mejor que me han hecho es un amplificador de bajo, algún día conectaré esos cables y sonará como el primer día"

Películas caseras pasadas a un pendrive, un album de fotos para cada nieto o una gincana por casa... muchos son los regalos que se han trabajado nuestros Fósforos y de los que habla Antonio Agredano en sus Crónicas Perplejas. Me van a permitir que cite un párrafo de Julio Cortázar que explica mejor que yo lo que me evoca este tema de los regalos. Dice así: «Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo». El mejor regalo que me han hecho es un amplificador de bajo. Marca Ampeg. Modelo SVT. Suena como la seda. Es muy cálido, muy profundo. Es precioso. Lloré cuando apareció por casa. Ella lo había organizado todo a mis espaldas. Había hablado con unos amigos que tenían una tienda de instrumentos en Valencia, y desde allí me lo mandaron. La elección perfecta. Una pijada. Enchufé mi bajo Epiphone Ripper y sentí vértigo. Estaba acostumbrado a amplificadores baratos, de supervivencia, estaba tieso aquellos años. Y este amplificador hizo que me sintiera bajista. Y lo disfruté en conciertos y grabaciones y largos ensayos en calurosas tardes de verano. Aquí lo tengo, en este nuevo piso en el que vivo, y siento lo mismo que sentía Cortázar con su reloj. Que ya no es un regalo, sino un calabozo. Porque en él está encerrado el hombre que fui. El de las noches interminables, el de los conciertos, los muchos amigos, las nuevas canciones, las cervezas en la prueba de sonido, el olor a detergente de los garitos donde tocábamos, los amores breves, las resacas en la furgoneta. Hace tiempo que no lo enchufo. No tengo banda, ni tiempo para tocar, ni motivación para hacerlo. Ya siempre estoy aquí, con el ordenador, tecleando, buscando orden en mis rutinas. Y pienso que aquel regalo está sólo detenido. Que me espera. Que algún día conectaré esos cables y sonará como el primer día. Entonces, tocaré alguna canción de los Smiths. Y sentiré aquel mismo vértigo de la vez primera. Y algo en mis yemas y en mi corazón habrá renacido. Y una flor se abrirá paso entre las grietas del olvido