La música es sentimiento, es terapia y es compañía tanto en los mejores momentos como en aquellos no son tan buenos. Cartagena tiene la suerte de contar con la Agrupación musical Sauces, que está presente siempre donde se les necesita. El equipo A de la asociación vuelve a llevar su iniciativa 'Pentagramas de Esperanza' a la unidad de pediatría del Hospital de Santa Lucía de Cartagena. Por tercer año, sus músicos recorren la planta para iluminar la Navidad de los niños hospitalizados con villancicos populares y piezas tradicionales, en una jornada llena de emoción y sonrisas. Regalarán su arte en una mañana que se convierte en un oasis dentro de la enfermedad para quienes en estos días no pueden estar correteando en casa o en el cole. Pedro Cortés, pediatra del hospital y directivo de la agrupación, explica que para los músicos es una satisfacción inmensa participar. Ver las caras de los niños, cómo aplauden y participan con instrumentos de pequeña percusión es, según sus palabras, "un verdadero regalo". El doctor Cortés subraya los efectos terapéuticos de la música, respaldados por estudios científicos. "Todos conocemos los beneficios de la música", afirma, explicando cómo esta "es capaz de modificar la liberación de sustancias como hormonas, baja los niveles de cortisol y aumenta nuestras defensas", ayudando a los pacientes a afrontar mejor su enfermedad. Más allá de lo fisiológico, la música sirve como una vía de escape. Para los niños, supone un respiro de un ambiente que puede ser hostil, marcado por "pinchazos, las vías venosas, las analíticas". Según el pediatra, la música los saca de la sensación de enfermedad y de "estar atrapados en una habitación". El objetivo es claro: "les enciende otra vez la ilusión, los vuelve a hacer niños", algo fundamental para que sigan sintiéndose como tales durante su ingreso. Cortés también ha destacado el esfuerzo que realizan desde el servicio para que la hospitalización pediátrica sea lo más breve posible. Asegura que la [unidad 26], donde ingresan los niños a partir de un mes, "es la unidad de hospitalización que tiene la estancia más corta de todo el hospital", ya que "donde mejor están los niños es en su casa, con sus familiares". En esta labor de humanización también es clave el trabajo de [Antonio Bernal], el maestro del hospital, quien integra la música de forma constante en las clases que imparte a los pequeños en la escuela hospitalaria del centro. La labor de la Agrupación Musical Sauces no se limita a la Navidad ni al hospital. Su 'equipo A' se dedica durante todo el año a llevar la música a "todos esos cartageneros que por algún motivo, por edad, porque estén impedidos, no puedan seguir disfrutando" del rico repertorio cultural de la ciudad, como las marchas de procesión o los pasodobles. Visitan con frecuencia asilos de la tercera edad, donde la música obra un efecto transformador. Cortés describe como "muy emocionante" ver a personas mayores, aparentemente desconectadas por su ancianidad, que "vuelven a rejuvenecer, vuelven a conectar con la magia de la música", transformando el ambiente en un espacio de "alegría y conexión". Siempre están donde les necesitan para que la música cambie el ambiente y curar durante un rato las almas de los que sufren. La música es sosiego y paz para quienes lo están pasando mal y ellos saben hacer la mejor musicoterapia del mundo.