Manuel Expósito: Un legado culinario que perdura en Lugo

Los trabajadores de COPE en la provincia de Lugo han querido rendir un cálido homenaje a Manuel Expósito, el empresario de hostelería que ha dedicado toda su vida al mundo culinario de la ciudad. El tributo consistió en la entrega de una placa de plata con un mensaje de reconocimiento, que subraya su dedicación, buen humor y el afecto que ha generado entre todos quienes han tenido el placer de tratar con él. La placa, grabada con el siguiente mensaje, refleja el cariño y admiración de la familia de COPE: "A Manuel Expósito, por súa dedicación, bo humor e agarimo coa xente da casa. Grazas por tratarnos sempre de marabilla. Con afecto, os teus amigos de COPE na provincia de Lugo." Este sencillo pero emotivo gesto simboliza el agradecimiento a un hombre que, además de ser un exitoso empresario de hostelería, ha demostrado ser una gran persona. Manuel, a lo largo de su carrera, ha tratado por igual tanto al comensal más humilde como al más acomodado. Sin distinciones. Y, como buen anfitrión, siempre ha resuelto con humor cualquier situación que lo haya requerido. Aunque dentro de unos meses se jubilará, un merecido descanso tras muchos años de trabajo, su presencia y bonomía seguirán dejando huella en todos aquellos que lo conocen. En el barrio de A Milagrosa, es posible que algún día se le haga un reconocimiento público. De hecho, si a Manuel le preguntaran si le gustaría que le dedicaran una calle, es probable que respondiera con su característico humor: "Mellor unha farola, que é menos gasto, pero eu contribuín cos meus impostos a pagar ese foco, por tanto, ese foco é meu". Y seguro que terminaría su intervención con su risa contagiosa. Manuel Expósito ha sido, durante décadas, un pilar fundamental en la gastronomía de Lugo. Desde su restaurante "Manuel-Manuel", en la emblemática calle Monte Faro, ha llevado la cocina local a lo más alto. Su éxito no ha necesitado del respaldo de una estrella Michelin, pues su verdadera distinción radica en la autenticidad y calidad de los productos que selecciona y en la dedicación que pone en cada plato. Con una fórmula sencilla, pero eficaz, Manolo y su equipo de cocina han logrado ganarse un lugar privilegiado en los corazones de los lucenses. Son muchos los comensales que regresan año tras año, atraídos por la garantía de una comida exquisita, que jamás defrauda. Manuel Expósito no solo ha sido un gran empresario, sino un profesional con un carácter y un estilo únicos. En su local, la atención al cliente ha sido siempre una prioridad, y su capacidad para hacer sentir a cada comensal como en casa ha sido clave en su éxito. Además, su paciencia y su sentido del humor han sido su sello personal, cualidades que lo distinguen de muchos otros profesionales de la hostelería. A lo largo de los años, Manolo ha repetido muchas veces que la jubilación está cerca, pero sigue trabajando con la misma pasión y energía que cuando comenzó. “Aínda non me fun. Quedan meses para xubilarme, hai que seguir vindo por aquí”, comentó recientemente. No cabe duda de que su energía sigue intacta y que Lugo, y especialmente su restaurante, le deben mucho. En su último tramo profesional, Manuel sigue siendo un pilar para sus empleados, quienes lo consideran parte de la familia. Muchos de los empleados que trabajan con él, con quien comparten también una profunda estima, recuerdan que fue en su restaurante donde aprendieron gran parte de lo que saben de hostelería. La placa de plata que los trabajadores de COPE le entregaron es un simple reflejo de años de trabajo, de esfuerzo y de dedicación. Manuel ha sido el anfitrión que nunca faltó, especialmente en las celebraciones de Navidad y otros momentos especiales para los compañeros de COPE. "Póñoa nun lugar preeminente", nos dijo, sobre dónde colocará la placa de COPE, una distinción que, sin duda, merecía hace mucho. El cierre de esta etapa laboral no es un adiós definitivo, porque su presencia seguirá viva en Lugo. El legado de Manuel Expósito es mucho más que los platos que sirvió a sus clientes; es la manera en que supo conectar con su comunidad, su personal y con todos aquellos que tuvieron la fortuna de cruzarse en su camino. Al final, un reconocimiento como este no es solo un agradecimiento por su trabajo, sino por su vida y su carácter, que han dejado una huella indeleble en Lugo. Aunque Manolo se retire, su historia seguirá viva en la ciudad, tanto en sus calles como en los recuerdos de todos los que le conocieron. Un hombre como él, que ha hecho tanto por Lugo y su gastronomía, merece ser recordado, no solo por sus logros, sino por su calidez humana, que siempre será su verdadera estrella Michelin.