Los niños ya no quieren tocar instrumentos: quiebra Höfner, la marca de bajos que popularizó Paul McCartney

Si buscamos instrumentos de música echando una ojeada a las cartas de los Reyes Magos que se escriben hoy en día, seguramente nos espera un buen chasco. Lo tecnológico arrasa, y si el chaval de turno tiene intereses musicales, casi seguro que pedirá un ordenador antes que una guitarra, una trompeta, una batería o un bajo. Este fenómeno viene de largo, y de hecho hace unos siete años ya se produjo una crisis sin precedentes en el mercado de guitarras en todo el mundo. Fabricantes tan legendarios como Fender confesaron estar pasando por la peor etapa de su historia en cuanto a ventas, y otros como Gibson incluso tuvieron que declararse en bancarrota ante la caída en picado de sus ingresos. Aquí en España también se notó , con compañías históricas como Manuel Rodríguez pasándolas canutas para sobrevivir. Aunque dejó al sector muy tocado, la crisis pudo superarse haciendo dolorosos reajustes y relocalizaciones. Pero a las puertas de la Navidad ha reaparecido el viejo fantasma con la noticia de la quiebra de Höfner , una de las marcas más emblemáticas de bajos (aunque también hace guitarras) en buena parte gracias a la popularidad que les dio Paul McCartney al usar con los Beatles su famoso modelo 500/1, que tiene forma de violín. La documentación revelada por la prensa especializada informa que se ha ordenado la administración concursal provisional de Karl Höfner GmbH & Co., «nombrando un administrador concursal que intentará regularizar las deudas en los próximos tres meses». La compañía fue fundada por Karl Höfner en 1887, en lo que entonces era la ciudad austrohúngara de Schönbach, y ahora es Luby, en la República Checa. Enseguida se convirtió en uno de los mayores proveedores de instrumentos de cuerda y su crecimiento fue incesante hasta la Segunda Guerra Mundial , cuando sus instalaciones se utilizaron para fabricar suministros para el ejército alemán. Tras la guerra, Höfner se trasladó a Alemania Occidental, abriendo una fábrica en Bubenreuth en 1950 y ampliando sus instalaciones durante las décadas siguientes, hasta que fue adquirida por el grupo Boosey & Hawkes en 1994, lo que propició una mayor expansión. Pero en 2003 Boosey & Hawkes vendió su división de instrumentos musicales a Music Group y, el año siguiente, dos veteranos de la compañía, el director general Klaus Schöller y su esposa, la directora financiera Ulrike Schrimpff, decidieron comprar la empresa entera para salvarla de su declive. Sin embargo, veinte años después, poco han podido hacer para luchar contra el signo de los tiempos. La noticia de su bancarrota ha reabierto viejos miedos en el sector y hasta el propio Paul McCartney ha reaccionado escribiendo un comunicado en su perfil de Facebook : «Es muy triste ver la quiebra de Höfner. Llevan más de 100 años fabricando instrumentos, y compré mi primer bajo Höfner en los años sesenta. Desde entonces, me encanta. Es un instrumento maravilloso: ligero y me anima a tocar con mucha libertad. Además, ofrece agradables variaciones de tono que disfruto. Así que, mi más sentido pésame a todos en Höfner y gracias por toda su ayuda a lo largo de los años». La marca tiene tres meses para salvarse y, ante todo, sus dueños piden ahora ayuda a los amantes de sus bajos y los animan a seguir comprándolos para empujar las ventas y poder pagar así la deuda. «Estimados músicos, fans y amigos de Höfner: Algunos de ustedes ya lo sabrán, nuestra empresa ha estado atravesando un período difícil, especialmente desde la introducción de los aranceles estadounidenses , y se declaró en concurso de acreedores el jueves 11 de diciembre de 2025», dice un comunicado emitido por la empresa esta misma semana. «No suspenderemos la producción, la distribución ni nuestros canales de comunicación», continúa el escrito. «En Alemania, hay un plazo de tres meses antes de la apertura del procedimiento de concurso de acreedores. Este período ofrece la oportunidad de consolidar la empresa y reestructurarla para un futuro mejor. Durante este período, continuaremos fabricando y vendiendo nuestros instrumentos, y el equipo de Höfner está haciendo todo lo posible para brindarles el soporte, el servicio y las garantías que esperan. ¡Queremos expresar nuestro agradecimiento a todos los que continúan apoyándonos incluso en estos tiempos difíciles!». La crisis de Höfner y otros grandes fabricantes de instrumentos responde a varias causas. La primera es que el impacto de los aranceles y la inflación ha afectado muchísimo al sector, y de forma desproporcionada a fabricantes que no son multinacionales, como la marca británica John Hornby Skewes, que el pasado verano anunció su cierre tras 60 años de actividad. La segunda obedece a la irrupción de marcas asiáticas baratísimas que han roto el mercado. Pero no podemos olvidarnos de la tercera, y probablemente la más importante: salvo honrosas excepciones, los chavales ya no quieren tocar instrumentos . Les seduce más el resultado rápido y bombástico de las programaciones que la magia que surge al acariciar cuerdas de nylon o enchufarse a un amplificador con el volumen al diez. Manuel Rodríguez, de la saga de guitarreros homónima, está completamente de acuerdo. Él ahora fabrica en Rumania y ha abierto una guitarrería en la madrileña calle Carretas con un escaparate para que la gente pueda ver cómo se construyen. Pero lo tiene claro: «Los milenials prefieren los ordenadores a las guitarras. Y yo les voy a dar un consejo: Dejaos de tanto ordenador, coged una guitarra y ligaos a una chica tocándole canciones delante de una fogata en la playa. Cuando viváis eso, después me decís» . Así que ya saben: si queremos seguir soñando con unos nuevos Beatles, estas Navidades regalen instrumentos.