“La convivencia y unión no fluyen cuando hay problemas”: cómo evitar los conflictos familiares en Navidad, según psicólogo

Durante laépoca navideña, pareciera que las fricciones familiares se desvanecen tan pronto las coloridas luces adornan la fachada del hogar y el árbol se vuelve parte de la decoración de la sala. Sin embargo, por alguna u otra razón, la sombra de esos conflictos aparece y convierte la celebración en una arena de discusiones.Cuestionado al respecto, el psicólogo, Emiliano Villavicencio, explicó que este fenómeno es el resultado de problemas no solucionados. Por ende, no es limitante ni exclusivo del festejo de Navidad, pero sí es más común en esa fecha.“Mucha gente siente una especie de presión social por la convivencia y la unión. Pero éstas no necesariamente fluyen cuando detrás hay conflictos no resueltos”, señaló en entrevista con MILENIO.​Navidad: el único espacio para dialogarPor supuesto, existen casos que van acorde a esta idea. No obstante, también está el otro lado de la moneda donde no hay ese sentido de comunidad por diversos factores; entre ellos— y un determinante para Villavicencio— la existencia de problemas no resueltos.Socialmente se ha interpretado la Navidadcomo una época para fortalecer la unión familiar, especialmente con quienes no frecuentamos tan seguido, para compartir cena, “ponerse al corriente” de sus vidas e intercambiar regalos.No obstante, el problema surge cuando esa fecha se convierte en la única en la que las y los integrantes ponen sobre la mesa sus inquietudes, asuntos pendientes o reclamos del pasado.“La familia no sólo debe converger en los momentos de celebración, porque un momento de celebración es eso: un momento de fiesta y convivencia, y, definitivamente, no es el mejor para resolver un conflicto”.¿Qué hacer si surge un conflicto?La falta de empatía, de escucha y la priorización de los intereses personales son señales claras de que una discusióncomenzó a encaminarse hacia una situación más tensa. Pero antes de intentar “calmar las aguas”, es crucial cuestionarse si el sistema familiar tiene los recursos emocionales necesarios para resolver el asunto en ese momento. De no ser así, el especialista recomienda “dar un paso atrás y mantener distancia”.“Debemos tener los ojos muy abiertos y evaluar la situación. (...) Si yo evalúo que, más bien, estamos instalados en el enojo o no nos estamos escuchando, es más conveniente alejarme de la situación y resolverla después.Con la gente como necia— no escucha y no entiendo—, intentar razonar es inútil. Si yo intento razonar con una persona que está emocionalmente en un estado que no le permite hacer caso a la razón, no vale la pena”.Cabe señalar que traer a la conversación algún asunto difícil o controversia de la historia familiar no es por sí mismo una señal de alerta.De acuerdo a Villavicencio, estos episodios sí pueden ser tema de conversación toda vez que “no genere tanto daño en la relación”, es decir, que “se puedan abordar sin pasar por el sufrimiento o dolor”. Eso significa que el sistema familiar está en otro momento evolutivo.“Hay conflictos que siempre van a tocar una herida. (...) pero cuando ese conflicto se puede abordar sin necesariamente pasar por el sufrimiento, adelante”. Al final del día, si se abordan adecuadamente, los conflictos pueden ser una oportunidad para revisar los vínculos dentro de la familia. Esto porque al resolver los problemas, se generan o fortalecen los recursos y la autoconciencia de qué se hizo o no se hizo para llegar a esa situación.Estrategias para resolver los conflictos familiaresEn la dinámica familiar los conflictos no se resuelven solos ni se olvidan. Aunque pareciera que “todo quedó atrás”, en realidad las y los miembros lo adaptan e incorporan; lo cual desgasta poco a poco los vínculos.Por ello, el primer paso para abordar— y eventualmente solucionar— es “no asumir que no hablando de él se va a olvidar o resolver”. Con eso en mente será posible no sólo encontrar soluciones, también identificar la raíz del conflicto: ¿cómo llegaron a ello? ¿Qué lo detonó? ¿Por qué generó tanto enfado?. O en palabras del psicólogo: desarrollar metacomunicación.“Si no lo hacemos, estamos sentenciados a que la situación se repita. Quizá por otros motivos. Quizá por otras razones. Quizá en otras circunstancias”.Por supuesto, poner sobre la mesa puede ser un arma de doble filo. Ya sea que se dé pie a una conversación consciente para solucionar el problema o la otra persona actúe a la defensiva o se muestre ofendida.Así, y para procurar el primer escenario, el también docente enlistó características esenciales de ese diálogo, tales como la claridad, la asertividad y la puntualidad en la comunicación—mismas que se desarrollan y trabajan con el paso del tiempo—. “Ser ciertos, asertivos y puntuales en decir lo que sentimos y pensamos”, explicó Villavicencio. “¿Dónde estuvo el conflicto? ¿Qué nos pasó con eso? Y no asumir o predisponer o suponer que el otro sabe cómo me siento”.En el caso de la asertividad, la refiere como “la expresión en el momento justo y con la persona correcta”.ASG