Ni justificar el lanzamiento de botellas al terreno de juego, ni usar siempre a Sevilla como chivo expiatorio. Ese es el equilibrio al que los organismos del fútbol no son capaces de llegar nunca. Por eso la propuesta de cierre total del estadio Ramón Sánchez-Pizjuán tras los incidentes del derbi es una cacicada cobarde. A la Comisión de Antiviolencia habría que recordarle la archiconocida anécdota de Caracol el del Bulto en el tren a Madrid cuando tomó los llanos de La Mancha con brío y soltó dos pitidos: «Esos cojones, en Despeñaperros». Los 'jueces' deportivos no tienen lo que hay que tener para implantar medidas ejemplarizantes en todos los estadios por igual. Si Antiviolencia hubiese propuesto un mes de cierre... Ver Más