Qué pasa si superas los 25.000 euros al año en pagos con tarjeta: así te controla Hacienda

El Real Decreto 253/2025, que modifica el Reglamento del IRPF, trae consigo una adaptación de la normativa tributaria a la era digital. Según el portal Economista Jurist, su finalidad es clara: "El objetivo del nuevo requisito es ampliar la capacidad inspectora de la Agencia Tributaria sobre operaciones que anteriormente tenían menor visibilidad, luchando así contra el fraude fiscal y el blanqueo de capitales". Las nuevas obligaciones, que entran en vigor el 1 de enero de 2026, implican directamente a entidades bancarias y de pago, pero su conocimiento es crucial para autónomos, empresas y particulares que manejen volúmenes elevados de dinero electrónico. La norma introduce un doble sistema de información que varía según se trate de un ciudadano particular o de un profesional. Para todos los ciudadanos: Se crea una nueva declaración informativa anual (artículo 38 ter). Los bancos y emisores de tarjetas (incluidas entidades extranjeras que operen en España) deberán informar a Hacienda sobre cada tarjeta cuyo volumen total anual de cargos y abonos supere los 25.000 euros. Este cálculo incluye compras, ingresos, recargas y retiradas de efectivo. Si una tarjeta no alcanza ese límite, no se generará ningún reporte sobre ella. Para autónomos y empresas: El cambio es más estricto. Desaparece el antiguo umbral de 3.000 euros que existía para informar sobre cobros con tarjeta. Ahora, las entidades deberán comunicar mensualmente a Hacienda todos los cobros que un profesional reciba mediante tarjetas o sistemas asociados a un número de móvil, como Bizum Negocio, independientemente de su importe. El impacto de la norma es distinto para cada colectivo, y aclararlo es esencial para evitar alarmas injustificadas. Particulares (ciudadanos de a pie): Para la mayoría, el día a día no cambiará. Los Bizum entre familiares y amigos, o pagos por ventas esporádicas en plataformas como Wallapop, están excluidos de esta declaración anual específica de tarjetas. El control se centra en detectar grandes inconsistencias. "A los particulares no les cambia prácticamente nada la vida", ha señalado Patricia Suárez, presidenta de ASUFIN. La clave es que el ciudadano no tiene que presentar ninguna declaración nueva; es una obligación para su entidad bancaria. Autónomos y pequeñas empresas: Son el principal foco de la nueva normativa. Deberán extremar el orden y la justificación de todos sus cobros digitales, por pequeños que sean. Hacienda cruzará los datos mensuales que reciba de los bancos con las declaraciones de IVA e IRPF presentadas. La recomendación fundamental es llevar una contabilidad rigurosa y guardar la factura o justificante de cada ingreso recibido por estas vías. Ante la circulación de información confusa, es importante separar la realidad de la exageración. Los Bizum entre particulares NO se controlan: Es un hecho confirmado oficialmente. La nota de Hacienda, citada por EL PAÍS, es terminante: las nuevas obligaciones "no afectará a las operaciones entre particulares" y se centran en profesionales. "Las transacciones entre amigos y familiares para cuadrar las cuentas de una cena o un regalo no estarán bajo la lupa de Hacienda". No es una "multa" por gastar mucho: Superar los 25.000 euros con una tarjeta no conlleva una sanción automática. Simplemente, esa información estará a disposición de la Agencia Tributaria, que la usará para análisis y contraste. Solo derivaría en una inspección si detectara una discrepancia sustancial e injustificada con los ingresos declarados. La información es agregada, no detallada: Hacienda no recibirá el ticket de tu supermercado o de la gasolinera. Los bancos enviarán totales anuales (cargos, abonos, retiradas de efectivo) por cada tarjeta que supere el límite, no el desglose de cada compra. La medida se enmarca en un esfuerzo europeo por aumentar la transparencia financiera y adaptar la lucha contra el fraude a una economía donde el dinero en efectivo pierde peso frente a los pagos digitales instantáneos. Para el contribuyente, la mejor estrategia sigue siendo la misma: mantener sus finanzas en orden y declarar con rigor.