¡Pobres estadounidenses!

Ya lo dijo alguien, «el ayer no es más que un recuerdo», y cuántos de nosotros quisiéramos que el recuerdo de Trump en la presidencia de EE UU se dinamite pronto. Su voz nos suena áspera, sus ademanes resultan impresentables, e incluso su aspecto es más que odioso. Su historial anda plagado de excentricidades y fracasos, y nos rechina incluso esa realidad de que alguien tan impresentable como él, pueda ser el presidente de EE UU. Es egocentrista y no quiere aprender de su penosa realidad. Uno de sus últimos esperpentos ha sido llenar un pasillo de la Casa Blanca de placas con insultos a expresidentes para mofarse de ellos. De Biden ha escrito que es «el peor de la historia» y, de Obama, afirma que es «divisivo». Y es que este arrogante de Trump no tiene límite alguno, igual decora el paseo presidencial de la Fama con descripciones subjetivas sobre el resto de expresidentes, que invade un país por su petróleo. Vamos apañados si con este tipo se inaugura la Edad de Oro de Estados Unidos.