El 12 de junio de 1994 en Los Ángeles, las muertes de Nicole Brown Simpson , exmujer de O.J. Simpson, y Ron Goldman sacudieron a California. La popularidad del ya entonces exjugador de fútbol americano hizo que el caso se convirtiera rápidamente en tema de conversación a nivel mundial, y el juicio se siguió en Estados Unidos como uno de los momentos más importantes de finales de siglo por la importancia de los temas que se tocaron: racismo, violencia de género y fama. O.J. Simpson fue absuelto de los cargos penales en 1995, librándose de ir a la cárcel por los asesinatos, con aquella escena inolvidable probándose los guantes de cuero del asesino, que aseguraba que no le cabían. Tal y como se aseguró en el juicio, solo él sabía si realmente había o no matado a Nicole y Ron, pero las pruebas existentes no fueron suficientes para incriminarle en el proceso criminal. En cambio, tras la demanda del padre de Ron Goldman, un tribunal civil consideró dos años más tarde que el exdeportista sí era responsable a nivel civil . Por lo tanto, fue condenado a pagar una indemnización de 33,5 millones de dólares, unos 28 millones de euros en la actualidad, a las familias de las víctimas. Pero debido a la polémica que suscitó el caso, el patrimonio multimillonario de O.J. Simpson y sus ingresos -que eran de un millón al año en el momento del divorcio en el año 1992- se vieron gravemente afectados y la cantidad que se le exigía no estaba a su disposición. Perdió contratos publicitarios y oportunidades laborales. La cosa no mejoró cuando, años más tarde, fue condenado a nueve años de cárcel por robo a mano armada y secuestro por un incidente en 2007. Y a pesar de que lo normal hubiera sido que se le embargaran propiedades o sueldos para realizar ese pago a la familia de las víctimas, el exdeportista puso en marcha diferentes estrategias para evitar abonar la indemnización y continuar viviendo una vida tranquila y desenfadada, sin problemas de dinero. Entre ellas el mudarse a Florida, donde la ley protege al hogar y a sus habitantes en caso de deuda y hasta la muerte del dueño de la casa, si es que esta cumple con las condiciones. Y las cumplía. Porque cuando O.J. Simpson murió de cáncer de próstata a los 76 años en 2024, en el año en el que se cumplían 30 de la muerte de Nicole y Ron, la millonaria cantidad todavía no había sido abonada ni se había podido reclamar. El padre de Ron Goldman, en cambio, no estaba dispuesto a rendirse. Por ello presentó una reclamación al representante del patrimonio tras su muerte exigiendo 117 millones de dólares por aquella deuda, a la que había sumado los intereses de demora. El mes pasado, el abogado encargado de gestionar la herencia, Malcolm LaVergne, llegó a un acuerdo de 58 millones de dólares como deuda. Una cantidad que él mismo duda que pueda ofrecerse a la familia Goldman, puesto que estima el patrimonio del fallecido entorno a los 500.000 y el millón de dólares. Sin embargo, admite que se está gestionando «un pago administrativo», lo que la familia considera un importante paso hacia el reconocimiento de la deuda existente desde hace más de 30 años. Otras deudas de Simpson, como la que tenía con el estado de California de 635.000 dólares en impuestos impagados, han sido perdonadas. Para poder pagar la cantidad a los Goldman, un juez ha aprobado que se subasten gran parte de los recuerdos de O.J. Simpson, incluidos trofeos de la universidad, una foto con Bill Clinton firmada y otros detalles. Pero hay muchos objetos de gran valor -como un Rolex de oro o el anillo del salón de la fama de la Asociación de Jugadores de la NFL- que no aparecen, y que podrían aumentar la liquidez para abonar la cantidad adeudada. Hasta ahora ya se han vendido más de 200.000 dólares en objetos que pertenecieron al exdeportista. El abogado al cargo de gestionar la herencia considera que aquellos que no aparecen en las propiedades Simpson están en posesión de los hijos mayores del exdeportista, Justin y Arnelle , fruto de su primer matrimonio con Marguerite Whitley . A estos no les corresponde nada de la herencia debido a las deudas que atosigaban a su padre, pero no parecen estar dispuestos a quedarse sin nada. Y a pesar de todo, Justin y Arnelle ya han presentado peticiones para retirar objetos de su padre de diversas subastas, dificultando el proceso para la familia de las víctimas. Sin embargo, LaVergne se niega a seguir posponiendo la resolución de esta herencia y le pone fecha límite de 12 meses: «No pretendo que esto se alargue años y años», comenta. Por su parte, el padre de Ron Goldman, Fred, que tiene 85 años, está dispuesto a luchar hasta donde sea necesario, aunque nada ni nadie pueda arreglar el dolor. «No creo que exista la posibilidad de pasar página. Nunca va a ser justo », asegura a 'The Times'.