Aunque no se puede saber de todo y, en mi caso, el género teatral es el que menos frecuento, confieso que me avergonzó un poco no haber sabido antes de la obra de José Manuel Corredoira Viñuela (Gijón, 1970) y del que supe gracias al profesor Manuel Aznar Soler. Me avergonzó un poco sobre todo por dos razones: una es que Corredoira reside desde hace muchos años en Hoyos, un pueblo extremeño en el que he estado varias veces, y otra, sobre todo, por el interés y amenidad de su escritura, barroca, vanguardista y lúdica, y que ha recibido reconocimiento tanto en el ámbito académico (desde Ricardo Senabre, con el que Corredoira tuvo abundante correspondencia, o Ignacio Arellano, a hispanistas de Francia, Alemania o Italia) como literario, pues algunas de sus obras han sido prologadas por Juan Goytisolo, Fernando Arrabal o Domingo Miras.